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Confianza a prueba
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La investidura del gabinete Otárola se dio en medio de un debate muy accidentado. Un griterío confuso cruzado por las exigencias de renuncia que proferían las bancadas de izquierda, debido a las muertes en Puno, y por la necesidad del gobierno de enviar un mensaje de diálogo y de tranquilidad a la ciudadanía.
De ahí que, antes de comenzar su presentación oficial en el hemiciclo, el premier se expresara con firmeza sobre el tema: “No somos un régimen autoritario ni nos oponemos a la legítima protesta, pero tenemos, como Estado, la obligación de salvaguardar la seguridad de la mayoría de los peruanos (...). Unos pocos no van a colocar contra la pared a la gran mayoría y, menos, valiéndose de métodos violentistas; aplicaremos toda la fuerza de la ley para evitarlo. Este gobierno no va a ceder al chantaje de la violencia”.
Luego de que las aguas se aquietaran meridianamente, el premier leyó las 47 páginas de su discurso. En su alocución hizo una serie de anuncios, desde económicos hasta sociales, así como promesas de obras para las regiones del sur, el destrabe de importantes proyectos en el país, bonos, apoyo al agricultor y similares. Enfatizó que el gobierno de transición se comprometía a cumplir estos ofrecimientos en plazos precisos para así lograr la confianza de las poblaciones más necesitadas.
Más allá de que todos esos proyectos se concreten, lo cierto es que los 73 votos que le otorgaron la confianza al gabinete expresan, mal que bien, la esperanza de un país que necesita echarse a andar de inmediato.
Es cierto que lo primero será enmendar la gran cantidad de despropósitos con que la administración de Pedro Castillo castigó al país; sin embargo, la prioridad, en general, es retomar el rumbo económico que extravió el Perú durante el año y medio pasado. Y una de las condiciones básicas para lograrlo, qué duda cabe, es restablecer la paz social en todo el territorio, cosa que se logrará con liderazgo y credibilidad.
Solo así se llegará en las mejores condiciones para afrontar las próximas elecciones generales. La confianza otorgada no es un cheque en blanco, pues la lucidez de este gabinete seguramente será puesta a prueba una y otra vez. Por el bien de los peruanos, cabe esperar que Otárola y sus ministros sepan estar a la altura de la responsabilidad entregada.
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