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Confundiendo a los niños
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Ha sido muy ilustrativo ver a los congresistas Beteta y Olaechea enseñar a un grupo de escolares cómo ser legislador por un día. Siendo que ambos son aliados de Con Mis Hijos No Te Metas, cualquiera esperaría mucho tino si se encuentran frente a los niños que dicen querer proteger. Beteta solo los confundió. Olaechea, sin embargo, les dio un discurso proselitista cargado de falsedades y desinformación.
Olaechea les dijo: “El Congreso de EE.UU. tiene menos popularidad que el peruano. ¿Ustedes creen que en EE.UU. al presidente se le va a ocurrir cerrar el Congreso? El resultado sería que se va a la cárcel”. Lo que no dijo es que en el Perú la figura de la disolución del Congreso está regulada en la Constitución, mientras que en EE.UU. no. Tampoco que en ese país cada dos años se renueva totalmente el Congreso y se cambia a un tercio del Senado. Son realidades muy distintas. Y, por cierto, el Parlamento americano tiene más aprobación que el peruano.
Luego pretendió hacerles creer que la desaprobación del Congreso es por su antipática labor fiscalizadora y que el enfrentamiento con el Ejecutivo se debe a que a los ministros les duele que se les cite para explicar avances. Esos argumentos son indefendibles. Igual, más allá de eso, los niños no fueron al Congreso para ser adoctrinados, sino para entender el valor de la función parlamentaria y todo lo positivo que se podría hacer desde ahí. Ellos no son parte del conflicto. El presidente del Congreso debería entenderlo.
Lo sintomático es que en el discurso político se han normalizado las medias verdades que llevan a conclusiones equivocadas. La presentación del congresista Olaechea es buen ejemplo del riesgo de la desinformación. Eso pasó en una conversación con niños, pero sucede todo el día en los pasillos del Legislativo.
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