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El Congreso de María Antonieta
“La indignación de la gente se está acumulando como si fuese una olla a presión que reventará”.
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Es imposible olvidar las clases de historia, como las que muchos tuvimos en el colegio, en las que entusiasmados profesores relataban la Revolución francesa, los lujos de la realeza y la impotencia que sentía el pueblo francés al ver sus impuestos ser derrochados en las joyas y banquetes de una joven María Antonieta. Lamentablemente, parece que varios políticos olvidaron asistir a esa clase.
Resulta preocupante que, a casi dos años de que asumió el Congreso actual, haya marchas que pidan –inconstitucionalmente– que se cierre el Parlamento. Y, justificada o no la petición de los manifestantes, lo cierto es que hay una frustración del ciudadano al ver el despilfarro de esta institución en flores, frigobares, televisores y computadoras, mientras que en la sierra peruana hay niños que mueren de neumonía a causa de las heladas. Así mismo, no solo preocupan sus excesivos gastos, también es inquietante que las autoridades del Legislativo, ante las diversas denuncias que hacen los medios, se dediquen a tildar de mermelero a todo aquel que cuestione el manejo de recursos de dicha institución, en vez de darle explicaciones serias al país.
La indignación de la gente se está acumulando como si fuese una olla a presión que, lamentablemente, si las autoridades pretenden seguir ignorándola y mantener la arrogancia de manejar las instituciones a su antojo, en cualquier momento reventará. Y no con una revolución o un quebrantamiento del orden constitucional, sino será desfogada en las urnas en 2021 por alguien que prometa cambiar todo, pero no precisamente signifique mejorar todo. El fujimorismo cree que le está allanando el camino a su lideresa hacia 2021, cuando en realidad, está dejando el camino libre a candidatos sin ninguna convicción democrática.
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