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Continuidad y confianza
El premier Juan Jiménez ofrece presentar al país una agenda común tras el proceso de diálogo. No es una oferta como para despertar el entusiasmo de los escépticos. Solo un 19% de los ciudadanos cree en la conveniencia del proceso iniciado hace 10 días. Como se sabe, el Perú es un país sobrediagnosticado y subgerenciado.
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Guido Lombardi,Opina.21glombardi@peru21.com
No es con más propuestas y "agendas comunes" como se van a resolver los problemas más acuciantes del país. Se requiere un liderazgo firme y con una visión clara de los objetivos que se quieren alcanzar; con metas cuantificables y precisas que puedan ser evaluadas por la opinión pública. Y esa es una responsabilidad que le corresponde al Gobierno y no a la oposición.
No se trata de descalificar la actitud dialogante del señor Jiménez. Pero no se puede evitar la sensación de que el primer objetivo de la convocatoria ha sido obtener un respiro y algo de tiempo mientras campean el desgobierno, la corrupción y la conflictividad social. Si a esa situación se le añade que las principales propuestas giran –hasta hoy– en torno a la reforma política (bicameralidad, financiación pública de los partidos, eliminación del voto preferencial), por legítimas y necesarias que puedan parecer, la percepción ciudadana es que los dialogantes están pensando en sus propios intereses y no en los de la ciudadanía, que clama más bien por seguridad, orden y estabilidad.
Es posible que durante algunas semanas se mantenga esta actitud de relativa cordialidad. Pero bastará el inicio del proceso de elecciones regionales y municipales para que veamos reaparecer el clima de confrontación que ha venido afectando la legitimidad democrática.
Acuerdos hay, basta con darles una mirada a las políticas de Estado surgidas del Acuerdo Nacional. Lo que hace falta en quienes ejercen un cierto liderazgo es comprometerse con ellos y darles continuidad en el tiempo.
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