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Pedacitos (o resignarse a perder un amor)
Columna de Esther Vargas
Fecha Actualización
Lo peor del amor no correspondido es la ilusión que uno torpemente se hace por pequeños gestos y detalles que para uno pueden significar mucho, mientras que para el otro solo es parte de una amistad, de un cariño, de la ‘costumbre’.
No sé quién la pasa peor. En el dolor no hay escalas o medidas oficiales. No hay reglas. No hay centímetros para medir y calcular. Es posible que las dos personas sufran. Es egoísta juzgar al otro, o sentirse más afectado y autoproclamarse el que más sufre.
Cuando la amistad se mezcla con el amor, y una de las partes ama y la otra no, la única salida es salvar la amistad o acabar con ella. En ambas situaciones, es necesario el olvido, a veces de ambos. Porque resulta que mientras uno amó sin medida, el otro se acostumbró a sentirse amado, incluso sin amar. Tan complejos son los sentimientos que no hay recetas para salir de ese túnel oscuro que es el desamor. La terapeuta te orienta, te marca el camino, pero es tu decisión por dónde vas. La noche previa a escribir esta columna conversé con mi psicóloga. Necesitaba contarle que mi corazón estaba en pedacitos, una metáfora cursi para decir que estaba jodida. Otra vez. Otra vez en noviembre. A veces evitamos llorar, pero yo soy de esas que llora. Puedo llorar un día, dos, tres. Hasta que me quedo en calma, y me voy a la playa para recuperar la paz.
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Esta vez no fui a la playa. Esta vez lloré tanto que en un momento pensé que ya no tendría lágrimas, y me propuse olvidar, quizás para salvar una amistad o salvarme yo misma. Como se dice ahora “primero eres tú, eres tú, eres tú”, y si de eso se trata digamos que quiero salvarme de este duro episodio que desencadena una batalla perdida. Resignarse a perder te deja roto.
Históricamente, noviembre no ha sido un mes generoso conmigo, por eso escribí un poema que llevé a Facebook. Noviembre es tan duro conmigo que deja mi corazón roto, y ya se imaginan cómo llega diciembre.
La única salida cuando uno está devastada es escribir o hablar con los amigos.
Tengo la suerte de hacer las dos cosas. Pero a esa amiga quiero verla brillar y reír. Porque el amor verdadero no desea el mal. El amor verdadero solo espera el bien para el otro. Al menos, eso aprendí en noviembre pasado.
-Gracias Gael, Milagros, Lore. Gracias Janett Cuyutupa , Gracias Antonella Galli.
PD: Espero curarme de ti en unos días. Debo dejar de fumarte, de beberte, de pensarte. Es posible. Siguiendo las prescripciones de la moral en turno. Me receto tiempo, abstinencia, soledad.
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