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Ambulantes en pandemia 2
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Las imágenes en televisión de la Policía y los fiscalizadores de las municipalidades de Lima y de La Victoria enfrentándose a los vendedores informales en la Av. Grau son muy fuertes. Este país nos enfrenta. La precariedad versus el orden. La formalidad contra la informalidad. Pero ninguno de los lados gana. Todos perdemos. ¿Cómo conciliar la necesidad de trabajar y comer con la legalidad de la forma en la cual muchos se ganan la vida? Si el Perú va a generar más de dos millones de pobres, ¿cuál es el rol del Estado? ¿Solo les va a dar la espalda y los va a corretear con garrotes? Eso no resuelve nada.
Por su parte, los reclamos de los formales no parecen tener eco y las reaperturas de comercios y galerías tampoco. ¿Cómo contener la calle si no se puede dar ni siquiera las reglas para que empiecen a abrir aquellos que, en teoría, cumplen los requisitos? La reubicación de vendedores informales en espacios públicos suena bien, pero se debe atender el miedo real de los vecinos de estas zonas para que esos espacios no se ocupen de manera permanente y para que se cuiden de volverse focos de contagio.
Atendía hace unas semanas la preocupación de unos vecinos por su parque, el parque Monteverde en San Juan de Lurigancho. Un parque al que, hace unos años, defendieron con todas sus fuerzas. Y entre las cosas que pedían, la comunicación y la transparencia eran las más evidentes. Necesitaban saber qué iba a pasar allí y no andar hurgando entre los secretos municipales para conocer cuál es el destino de su querido parque.
En el caso de Las Malvinas, sería una buena idea que el municipio de Lima no permita que se venda lo mismo que ya se vende en las galerías de la zona. Quizá un mercado de frutas y verduras y no de repuestos y electrónicos. Por supuesto, es necesario hacer respetar los protocolos y organizar a los vendedores para que, de la mano de los municipios, puedan ofrecer sus productos en condiciones de seguridad y de salud.
Es un error provocar el enfrentamiento y dividir más una sociedad que ya está doliente por sus muertos y preocupada por lo que se le viene. ¿De qué manera podemos enfrentar esta crisis brutal juntos, dándonos la mano y sin tener miedo? No tengo respuestas, solo muchas preguntas.
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