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Crisis climática: Negocios son negocios
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BlackRock es una corporación considerada la mayor administradora de activos del mundo con casi 7 trillones de dólares en inversiones. Piensen en una empresa global y seguro BlackRock invierte ahí. En algunas es de los principales accionistas, así que su fundador y director ejecutivo, Laurence Flink, tiene la capacidad de influir directamente en lo que hagan corporaciones del tamaño de Delta, Amazon o Microsoft. Es el verdadero poder tras el poder.
Todos los años, Flink envía una carta a los directores de esas empresas para dar a conocer sus políticas de inversión. La de este año ha sido bastante clara: tienen que colocar como eje central de sus operaciones al medio ambiente o no tendrán el respaldo de BlackRock. Escribió que cree que “la evidencia sobre el riesgo climático obliga a los inversionistas a revaluar los supuestos básicos de las finanzas modernas”. Además, anunció que no apoyará a quienes no demuestren progresos en materia de sostenibilidad para cumplir con el Acuerdo de París. Afirma que, incluso si solo una fracción de la ciencia tiene razón hoy en día, esta es una crisis mucho más estructural y a largo plazo que cualquier otra que él haya conocido.
Flink no es un ambientalista, un caviar o un socialistón, sino un titán del capitalismo global que se ha dado cuenta de que no hay forma de realizar inversiones de largo aliento si no se asume el impacto de estas en el cambio climático. Sinceramente, este no parece un asunto de valores, sino de negocios, pero, ante la urgencia, lo que importa es el resultado.
Como ven, la crisis climática está incomodando a todos, más allá de la política y las disputas ideológicas. Ya tocó la puerta del lucro a gran escala y seguirá tocando otras más hasta que no se tomen medidas en todos los niveles posibles.
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