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Centro intangible
La iniciativa, no obstante, constituye una postura firme en resguardo de una zona urbana declarada Patrimonio Cultural de la Nación y reconocida como Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco. Ello, debido a su valor arquitectónico e histórico para América Latina.
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La decisión del Concejo edil de Lima de declarar zona intangible el Centro Histórico puede terminar como una ordenanza inejecutable pues se contrapone a otros derechos, como el de la protesta pacífica o las marchas de ciudadanos, según antecedentes que se citan en el Tribunal Constitucional.
La iniciativa, no obstante, constituye una postura firme en resguardo de una zona urbana declarada Patrimonio Cultural de la Nación y reconocida como Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco. Ello, debido a su valor arquitectónico e histórico para América Latina.
Para los desavisados, que nunca faltan, Lima fue la capital del Virreinato del Perú, y como tal, centro político administrativo del imperio español en América del Sur. En el Centro Histórico, el llamado Damero de Pizarro y alrededores, se conserva todavía un significativo número de inmuebles que provienen de esa época (1542-1821).
Un legado monumental que debe preservarse –no solo por motivos turísticos– y mantener lejos de la belicosidad del extremismo infiltrado en las marchas de estas últimas semanas.
No es posible que una minoría de ciudadanos, so pretexto de protestar contra determinado estado de cosas en el país, una vez que deviene en turba enfurecida, se pongan como objetivo destruir ese invalorable patrimonio de la ciudad y de la Nación, es decir, que pertenece a todos los peruanos. Levantar adoquines, romper vidrios de ventanas, pintarrajear paredes y, en general, causar daños en sus refriegas con la policía que, como sabemos, hasta han terminado en el incendio de un venerable edificio limeño.
A nadie le gusta vivir en una ciudad donde hay más rejas que áreas verdes, o donde sus espacios urbanos representativos tengan que estar acordonados por la policía, pero la seguridad de estos monumentos históricos, así como la seguridad de los ciudadanos, se debe anteponer a cualquier otra consideración.
Por muy controversial que luzca la medida, la intangibilidad del Centro Histórico se justifica. La conflictiva situación actual lo requiere y lo justifica plenamente.
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