PUBLICIDAD
De capa caída
“Las causas de estos pobrísimos registros, que podrían aproximarse peligrosamente a los exhibidos en el peor momento de Alejandro Toledo, son más o menos claras”.
Imagen
Fecha Actualización
La presidenta Dina Boluarte, ya en Estados Unidos desde hoy, ha experimentado una fuerte caída en su aprobación, ubicándose en un modesto y preocupante 10% –la más baja de su mandato– según la encuesta de Ipsos para Perú21, publicada el último domingo.
Las causas de estos pobrísimos registros, que podrían aproximarse peligrosamente a los exhibidos en el peor momento de Alejandro Toledo, son más o menos claras. Al combo de la economía en rojo y al galopante avance de la inseguridad ciudadana, se le añadieron viajes improductivos al exterior –en momentos no precisamente felices– con papelón incluido, por el supuesto, nunca realizado ni agendado, encuentro bilateral con Joseph Biden, presidente de los EE.UU… sin olvidar su patético selfie con el papa Francisco.
En un contexto altamente polarizado, en el que el sector que “no precisa” si aprueba o desaprueba la gestión presidencial es mínimo (el 83% la desaprueba decididamente), es muy preocupante que, pese a indicadores tan negativos, el Gobierno se siga resistiendo a enmendar el rumbo.
Obviamente, no estamos diciendo que lo haga por buscar popularidad o aceptación, sino para ganar credibilidad a través de un liderazgo nítido, que enfrente los problemas nacionales de fondo en lugar de evadirlos con medidas apresuradas, sin poco o nada de planeamiento previo. Con credibilidad, por ejemplo, es que se genera la confianza básica para que retornen las inversiones.
Y, ciertamente, no es la única autoridad en apuros. Porque tampoco es que el alcalde de Lima, Rafael López Aliaga, ‘la esté haciendo linda’, como suele decirse. La debacle, en su caso, le permite todavía ver el fondo desde un poco más lejos, pero igual va cuesta abajo en la aprobación de la ciudadanía.
Como en lo que concierne a la inquilina de Palacio, tampoco es necesario tener una bola de cristal para explicarse semejante caída. Mucha palabrería, obra cercana a cero, acumulación de desatinos –culturales mayormente, como el intento de cambio de nombre al Parque Luis Alberto Sánchez– y, sobre todo, la demostración de que muchas de sus promesas eran imposibles de cumplir, han colmado la paciencia de los vecinos.
Del Congreso de la República, por su parte, qué más se puede decir: es consistente en su desprestigio y no pierde el paso en su descenso hasta lo más bajo en la apreciación de los peruanos.
Caracteres: 2342 | Palabras: 383 | Párrafos: 7 | Líneas: 50 /51 | Columnas: 1
PUBLICIDAD
ULTIMAS NOTICIAS
Imagen
Imagen
Imagen
PUBLICIDAD