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Confirmando la impresión que dan de estar permanentemente ausentes o desinformados, la cúpula policial parece hacer un esfuerzo especial para siempre quedar pésimo con los ciudadanos.
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Fritz Du Bois,La opinión del directorConfirmando la impresión que dan de estar permanentemente ausentes o desinformados, la cúpula policial parece hacer un esfuerzo especial para siempre quedar pésimo con los ciudadanos.
Así tenemos que cuando se está discutiendo el uso excesivo de efectivos policiales para resguardo de fiscales o parlamentarios, por ejemplo, dejando desprotegidos a nuestros vecindarios, nos damos con la sorpresa de que la Policía ha decidido, de un día para otro, aumentar brutalmente –hasta en 1,000 %– el costo de los certificados que los peruanos estamos obligados a presentar para un sinnúmero de trámites, la mayoría de ellos creados y exigidos por el Estado.
Es decir, el aparato estatal crea la dificultad y, luego, nos vende la facilidad. Ahora, el obtener esos burocráticos documentos costará mucho más, lo que se sumará al valioso tiempo que es desperdiciado por todos aquellos que tienen que gestionarlos.
Con lo cual la Policía, cuyo presupuesto es íntegramente financiado con los impuestos que todos pagamos, ha decidido además cobrarnos caro cada vez que necesitamos algo. Más aún, al tener un mercado cautivo, ha fijado montos realmente arbitrarios ya que, al final de cuentas, los que necesitan esos certificados no tienen alternativa alguna más que pagarlos.
Incluso, el día de mañana, si la Policía requiere de nuevo aumentar sus ingresos por la puerta falsa, simplemente volverán a incrementar las tasas. ¿Qué puede hacer en ese caso el ciudadano? ¿Ir a la comisaría del barrio a sentar una denuncia al sentirse extorsionado?
Por otro lado, a los únicos a los que la Policía sirve gratuitamente –y están visiblemente encantados de hacerlo– es a todos aquellos que ostentan poder dentro del Estado, para lo cual es utilizado el 10 por ciento de los efectivos en Lima. A este paso, la Policía Nacional va camino a convertirse en un ejército de guardaespaldas exclusivos para políticos y funcionarios.
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