Todo indica que Dina Boluarte terminará su gobierno, no obstante, el problema no es ese sino quién viene luego de ella; dicho sea es la primera presidente mujer. En otro momento el movimiento feminista estaría feliz.
Entonces la respuesta está más allá de 2026. En el país han empezado a “suceder cosas”. Cosas que van más allá del día a día. Se empiezan a mover las capas tectónicas de una sociología ancha y ajena. Han aparecido nuevos actores sin representación política clara. Lo curioso es que estos actores están en ese mundo popular y emergente, en el transporte público —formal e informal— que moviliza a “las Limas” y que sufre el desborde de la criminalidad. Uno de los problemas de la gobernabilidad es que ese mundo popular, con sus instituciones, no tiene una nítida representación política, tampoco ideológica.
Están sucediendo cosas. En el Perú sucede que la política realmente existente ha estresado a la sociedad. El Ejecutivo y el Legislativo están en una órbita distinta al ciudadano de a pie. No hay representación política, como decíamos.
Se empieza a fraguar también un “momento Bukele”. En el fondo, hay una demanda nacional por un Estado que debe “poner e imponer el orden”, pero, ojo, no hay demanda por el “estatismo”. En el mundo popular hay comunidad, pero no comunitarismo a contraparte de lo que creen en la academia zurda.
Ahora todos quieren ser el “Bukele peruano”. El gran problema es la miope mirada que hay en los actores políticos nacionales sobre Nayib Bukele. Las imágenes de pandilleros y criminales enjaulados en las supercárceles causan asombro. Pero esas imágenes engañan. En realidad, lo que sucede es que Bukele está desarrollando un proyecto de modernización en El Salvador donde por primera vez el Estado reclama el uso de la legítima fuerza y violencia. Para ello Bukele ha tenido que reformar el Estado desde adentro. Algunos confunden las “causas” con el “accidente”, a modo aristotélico.
Aquí los concursantes a Bukele pretender “bukelizar” sin reformar. Lo que el Perú necesita es un nuevo proyecto de modernización nacional con el Estado como la “razón organizada”.
Están sucediendo cosas. Se viene APEC y se inaugurará el Puerto de Chancay. Vendrán Joe Biden y Xi Jinping, los dos bloques con capacidad de hegemonía planetaria. No es poca cosa. Una protesta contra Dina, promovida por sendos sindicatos y asociaciones contra la criminalidad, empañaría a un gobierno que languidece y que pide recambios ministeriales. Ojo, el puerto de Chancay nos ha evitado una guerra en los próximos 100 años. Mientras tanto, un fuerte lobby exige la compra de aviones. ¿Chile atacaría a un puerto chino enclavado en el Pacífico sur?
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