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Editorial: Galones al menudeo
La organización criminal enquistada en Palacio de Gobierno durante la breve, pero devastadora égida de Pedro Castillo tenía, como se sabe, otra gran vertiente delictiva aparte de los sobornos por obras públicas. Nos referimos a los ascensos en la Policía Nacional del Perú, según ha podido acreditar ya la Fiscalía en el marco de su investigación sobre la corrupción en el poder.
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La organización criminal enquistada en Palacio de Gobierno durante la breve, pero devastadora égida de Pedro Castillo tenía, como se sabe, otra gran vertiente delictiva aparte de los sobornos por obras públicas. Nos referimos a los ascensos en la Policía Nacional del Perú, según ha podido acreditar ya la Fiscalía en el marco de su investigación sobre la corrupción en el poder.
De acuerdo con la versión de los colaboradores y el material aportado e incautado, participaron en este festín coroneles que pagaron hasta 40 mil dólares para ser promovidos al grado superior. Una trama en la que, nada más ni nada menos que un exjefe de la Policía y un escolta del propio exmandatario, desempeñaban papeles protagónicos. Este último –según la tesis de la Fiscalía– habría sido el nexo por el cual se derivaban coimas que terminaban en los bolsillos de él mismo y en los del inquilino de Palacio y del exsecretario general de Palacio. Hasta un congresista de Perú Libre habría sido parte del esquema.
A diferencia del intento de manipular a las FF.AA., cuando se obligó a excomandantes generales a ascender a sus paisanos sin respetar el cuadro de méritos, en el caso de la Policía la conducta dolosa fue más lejos. Se exigieron pagos ilícitos a unos cuantos malos oficiales como condición para ser ascendidos a grados superiores.
El castigo debe ser ejemplar, tanto para quienes pidieron el soborno como para quienes lo entregaron. Sin contemplaciones de ningún tipo.
Este capítulo negro en la historia de las fuerzas de seguridad, que parecía haberse superado tras la dictadura fujimorista, cuando se entregó la decisión de los ascensos a Vladimiro Montesinos, tiene que dar paso a un proceso sanitario en la institución policial para que no vuelvan a repetirse estas taras que ya parecían enterradas con el retorno a la democracia. Pero todo indica que el cáncer no había desaparecido del todo y de eso fue que se aprovechó la organización criminal que operaba desde Palacio.
Los grados y ascensos se ganan con meritocracia. Eso es letra viva de la ley y debe ser de respeto obligatorio para todos los que visten el uniforme de nuestras fuerzas del orden.
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