La última encuesta de Ipsos para Perú21, publicada ayer, confirma la percepción mayoritaria del país: el actual Congreso ostenta mayor poder que la presidenta de la República. Más que un contubernio entre poderes, entonces, pareciera que el hemiciclo parlamentario domina Palacio de Gobierno.
Esta asimetría no era tal en anteriores periodos presidenciales, la diferencia es aplastante: el 64% dice que manda el Congreso, mientras que solo el 29% dice lo propio de Dina Boluarte. De hecho, algo ha cambiado profundamente en el poder político local. ¿Las razones? Muchas, empezando por el debilitamiento del liderazgo presidencial y la vocación de la mandataria por enredarse en escándalos, como el de los Rolex, el caso de su hermano y desaguisados similares.
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Pero que sea más fuerte no implica que sea un mejor Congreso. Está muy claro y no vamos a redundar con la cantidad de despropósitos y barbaridades legislativas que se perpetran en la Plaza Bolívar. Las bancadas se mueven en uno u otro sentido, pactando acuerdos, votaciones y alianzas a menudo con el único objetivo de promover leyes que favorezcan determinados intereses.
Como ha señalado el propio legislador Ed Málaga: “El Congreso tiene mucho poder y encima ese poder es negativo, porque es evidente que las bancadas, los partidos y los dueños de los partidos priorizan las agendas propias por sobre las del país. Esto se ha visto últimamente con la elección de la Mesa Directiva y la distribución de las comisiones. Es decir, el desarrollo del Perú está en un segundo plano y los intereses de las bancadas están por encima”.
Se ha llegado al punto de que incluso las rondas de conversaciones que la presidenta ha venido convocando con algunos partidos políticos en Palacio son percibidas como inútiles. Es decir, que ninguno de esos cónclaves cambiará las cosas: el 77% de los entrevistados en esta encuesta creen que estas conversaciones no ayudarán a solucionar la crisis que vive el país.
De hecho, las agrupaciones que concitan mayor rechazo, aquellas cuya labor en el Congreso es percibida masivamente —con estrecho margen de diferencia— como negativa para el desarrollo del Perú son Acción Popular (68%), Alianza para el Progreso (67%), Perú Libre (66%) y Fuerza Popular (66%). Justamente, las bancadas que dominan votaciones y decisiones en el Legislativo.
Todo indica que el llamado equilibrio de poderes en el país es cosa del pasado, y lo peor es que ninguna de las fuerzas que pugnan —si cabe la palabra— en los extremos de la balanza merece la confianza de los peruanos.