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[Editorial] Pisó una mina
La presidenta del Consejo de Ministros, Mirtha Vásquez, se vio obligada a recular ayer, luego de la reunión que sostuvo con los empresarios y dirigentes gremiales del sector minero, tras la casi unánime postura del país en contra del arbitrario cierre de cuatro minas que intempestivamente anunció el viernes último.
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La presidenta del Consejo de Ministros, Mirtha Vásquez, se vio obligada a recular ayer, luego de la reunión que sostuvo con los empresarios y dirigentes gremiales del sector minero, tras la casi unánime postura del país en contra del arbitrario cierre de cuatro minas que intempestivamente anunció el viernes último.
Lo curioso es que, en su tuit sobre el comunicado oficial que aclara que las empresas afectadas sí pueden solicitar prórrogas, extensiones y modificaciones a sus permisos de explorar y explotar los yacimientos, se niega ridículamente a reconocer que metió la pata y que ahora está girando sobre sus talones.
“Nos ratificamos en lo que hemos venido sosteniendo: el gobierno –dice la ministra- respeta el Estado de derecho, no hay vulneración de la seguridad jurídica ni cierres unilaterales, pero el Estado asume función de fiscalizar los procesos de cierre de minas y control ambiental acorde a los marcos legales”… cuando días antes había afirmado, con total rotundidad, refiriéndose expresamente a esas cuatro mineras, que “no habrá ninguna ampliación más para procesos de exploración y explotación. Vamos a exigirles que terminen y cierren lo más inmediato [sic] posible”.
Aunque se resista a reconocerlo, la verdad es que la Premier dijo y se desdijo en cuestión de días. Lo que firmó aquel viernes en Ayacucho -con un alto dirigente del Movadef al que los comuneros de Parinacochas, Lucanas y Paucar del Sara Sara no reconocen- fue meridianamente claro y contrario al Estado de derecho. Un arrebato antiminero que no tardó en pasarle factura al país y pronto a ella.
Porque si bien el giro es, por supuesto, positivo para nuestra alicaída economía, el daño de su anuncio inicial ya está hecho: desde ese viernes, el bolsillo popular volvió a temblar con el salto del dólar, la turbulencia en los mercados financieros y un nuevo indicio de la improvisación que caracteriza a las medidas y decisiones que toma el Ejecutivo.
Es decir, una inestabilidad económica y política que no deja de castigar a los peruanos y que este gobierno parece resuelto a alimentar un día sí y otro también. ¿Responderá la señora por su despropósito?
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