La palabra entrenador proviene del verbo entrenar, cuyo origen etimológico remite al acto de poner a alguien en un tren, guiarlo en una dirección con un destino claro. En el fútbol, esa ruta no solo lleva a la competencia, sino también a la formación de carácter y disciplina. Sin embargo, en el gran escenario del balompié, el entrenador suele ser el actor olvidado, a pesar de ser quien moldea desde la base a los futuros talentos.
En el Perú esta tarea colosal recae sobre personas con un profundo sentido de vocación que entregan sus días a la formación de niños y adolescentes. Lo hacen con la convicción de que el deporte es un vehículo de transformación social. Pero, a diferencia de otras profesiones, su labor está marcada por la precariedad: sueldos insuficientes, nulo acceso a tecnología y, lo más grave, una formación estancada.
Ante la ausencia de nuevos rostros, el DT de la Selección Peruana se respaldaría en los más experimentados.
Cuando tuve la oportunidad de trabajar en la Selección Peruana de Fútbol junto al profesor Ricardo Gareca, vi de primera mano el impacto de un proceso formativo bien estructurado. Gareca y su equipo no solo trajeron liderazgo y carisma, sino que introdujeron algo esencial para la competitividad en el fútbol moderno: la ciencia de datos. Cada entrenamiento, cada partido, cada decisión estaba respaldada por análisis detallados. Se dejaron atrás las corazonadas y se dio paso a una metodología basada en información precisa. Ese modelo es el que debería permear en todas las divisiones, desde las canchas polvorientas hasta los clubes profesionales.
El futuro del fútbol peruano —y de cualquier disciplina— pasa por la capacitación constante de sus entrenadores. La FIFA y la Conmebol han demostrado que el conocimiento es la clave del crecimiento sostenible. No basta con cursos esporádicos o capacitaciones en Lima; se necesitan programas estructurados que lleguen a cada rincón del país, donde el talento es vasto, pero las oportunidades son mínimas.
Antes de enfrentar a Bolivia el jueves 20 y a Venezuela el martes 25, el ‘Pulpo’ hizo una pausa para hablar con Perú21 sobre su buen momento, sus duelos contra Messi, Alianza Lima, las Eliminatorias y su nuevo proyecto inmobiliario.
El Estado, los clubes y la Federación deben asumir que en sus manos no solo está el destino del fútbol peruano, sino de una generación entera que puede encontrar en el deporte un camino de desarrollo personal y profesional. Formar entrenadores no es solo mejorar el juego; es construir ciudadanía, disciplina y, sobre todo, futuro. Porque, al final, entrenar es eso: poner a alguien en el tren correcto para que llegue a su mejor destino.
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