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El comienzo del fin
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300 mil vacunas es poco, pero también es mucho más de lo que teníamos hasta ayer. Esto que suena a perogrullada no parece haber sido muy fácil de entender por algunos en estos días. Que 150 mil peruanos de la primera línea de defensa se puedan inmunizar es la mejor noticia que ha tenido el país en un buen tiempo y con suerte marcará el comienzo del fin.
Sin caer en optimismos ciegos, la llegada de las vacunas es una bocanada de oxígeno, sobre todo para las miles de familias que ven a sus padres, madres e hijos salir cada mañana a enfrentar la pandemia en hospitales, postas y centros de salud por todo el país. Hasta enero habían fallecido casi 300 médicos, cuyas fotografías pueden verse en el homenaje que el Colegio Médico ha hecho frente a su local ubicado en el Malecón de la Reserva. Si con este primer cargamento de vacunas se logra que ningún médico más se sume a esa galería, se habrá conseguido bastante.
Mientras tanto, el gobierno tiene que administrar las expectativas. Que quede claro que el camino será largo y difícil, y que aún no hay vacunas para todos, pero que habrá. A ello sumemos a quienes están en campaña desestabilizadora, buscando siempre cualquier oportunidad para lanzar una piedrita. La última de ellas es la que están tirando contra Sagasti porque será el primero en vacunarse. No tengo dudas de que, si no fuese así, los quejosos de turno que, casualmente, son los mismos que promovieron la vacancia y el desmadre de noviembre, estarían cacareando que Sagasti se corre de la tarea de liderar. Que Sagasti se ponga la vacuna primero es un acto político razonable, en buena medida porque al hacerlo, con el ejemplo, ayuda a disipar las dudas que cerca del 50% peruanos tienen sobre las vacunas. Además, ya tuvimos demasiados presidentes en los últimos meses para corrernos el riesgo de tener que cambiar una vez más.
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