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El debate ausente
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“No puedo respirar”, fueron las últimas palabras del norteamericano George Floyd, cuya brutal muerte a manos de un policía ha generado indignación y ha puesto el tema del racismo en agenda a nivel mundial. Incluso en el Perú se ha abierto el debate y hasta el presidente ha hecho una reflexión al respecto.
“Esto no es un problema lejano, sino también nuestro”, dijo Vizcarra en su conferencia del jueves. Este hecho no recibió mayor atención, pero tiene una relevancia que no debe pasar desapercibida. Y es que, aunque es evidente que el racismo es parte estructurante de la sociedad peruana, el tema ha estado siempre ausente del debate político. Esto dista de EE.UU. donde, a pesar del enorme dolor que causa esta tara, por lo menos es reconocida como un problema nacional y tiene un lugar central en la agenda política tan o más prominente que el que ocupan la economía, salud o educación.
¿Acaso en el Perú hemos escuchado a candidatos presentar planes contra el racismo? ¿A un Pleno del Congreso debatir leyes al respecto? ¿A programas dominicales dedicarle reportajes? Por el contrario, cuando el tema sale a la luz, a menudo escuchamos a defensores del statu quo afirmar que no debemos “generar más divisiones”. Como si no hablar de un problema mágicamente lo eliminara.
Es quizás esta creencia lo que explica la desconcertante posición de alguien como Luis Gonzales Posada, quien esta semana afirmó que el Perú no es racista, y como prueba dijo que Alianza Lima es el equipo más popular. ¿Cómo alguien tan indolente con la realidad nacional puede haber llegado a ser congresista, embajador y canciller?
No podemos hacernos los de la vista gorda. Es nuestra responsabilidad como ciudadanos poner el problema en agenda y exigir respuestas a nuestros políticos. De lo contrario no podremos llamarnos una república a cabalidad así cumplamos 200 años. Que las elecciones del 2021 sirvan como prueba.
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