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El factor codinome
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La cuestión de confianza por la forma de elegir a los magistrados del TC no estaba en la mesa. Hasta el mediodía del viernes, en la baraja estaba el adelanto —con confianza, por cierto— o la renuncia de Vizcarra. La irritación de los congresistas de la mayoría y sus aliados, apenas hecho el anuncio, evidencia que no esperaban esta jugada palaciega que los ha descolocado. Desde el Ejecutivo anticipan que la confianza se pedirá sobre la elección de mañana en el Pleno. Si Del Solar se planta en la plaza Bolívar a las ocho de la mañana, al Congreso no le quedará más que atender la cuestión y dejar que la plantee. Si el premier sustenta una confianza sin cabos sueltos, al Congreso no le quedará más que postergar la cuestionada elección.
El choque de trenes será inevitable. La mayoría pretende ir con todo eligiendo a sus magistrados, pero la ley pide que la cuestión se atienda primero. El apuro por poner en agenda la votación llama a sospecha. No han entrevistado a los postulantes. Se han tomado solo cinco días para terminar la nómina, pese a que declinó el abogado Edgar Carpio anteponiendo su prestigio, según su propio comunicado. La elección puede ser todo lo legal que se quiera, pero de legítima tiene poco o nada. La denuncia de la señora Marianella Ledesma es gravísima y la mayoría parlamentaria prefiere desoírla temerariamente. De acuerdo a algunas fuentes, la presión para que vote a favor del hábeas corpus de Keiko Fujimori habría venido del propio Congreso.
La revelación de los codinomes hace temblar a varios. Allí radicaría esta prisa casi huidiza con el TC. Esos nombres deben saberse y el gobierno de Vizcarra no se puede prestar a un boicot contra la delación de esta semana. El acuerdo pende de un hilo y el señor Zevallos lo sabe. Permanezcan con los cinturones abrochados.
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