A propósito de la oleada criminal, el Comité de la Dirección General de Seguridad Ciudadana convocó a sus miembros con carácter de urgencia en el salón Teófilo Cubillas del Ministerio del Interior. Se ofreció al equipo de trabajo agua mineral, sanguchitos de jamón y queso, y orejitas de chancho en versión pequeña; un gesto.
Tras evaluación, que demandó 4 horas de trabajo y 38 sanguchitos, el director general anunció las conclusiones a las que habían llegado: los delincuentes, casi siempre, se movilizan en motocicletas. Comunicó que su Dirección iba a sugerir al Gobierno central decretar la prohibición del uso de motos a nivel nacional.
Hubo un minuto de silencio aprobatorio. Hasta que el subdelegado de Convivencia acotó:
Estamos perjudicando a las mujeres. Casi siempre los dos delincuentes que van en moto son varones.
Era cierto. En consideración, se permitió el uso de motos a parejas de hombre y mujer, resaltando que la Dirección General de Seguridad Ciudadana vela por la familia.
Mientras las miradas se derivaban hacia las orejitas de chancho, el subsecretario legal advirtió que prohibir motociclistas del mismo género podría ser discriminación.
Nos harán trizas en las redes, agregó el auxiliar de Políticas Públicas.
Tras quince minutos de debate, se decidió permitir el uso de motos para parejas, cualquiera que sea su sexo, según la política inclusiva de la Dirección General de Seguridad Ciudadana a Favor de la Persona Humana.
Como refuerzo, se determinó que las placas de motos deberían ser de 1 metro de largo y el pasajero la debería llevar con ambas manos, ya sea hombre, mujer, niño o no binario.
Tras cuarenta y cinco segundos de silencio aprobatorio, alguien dijo que eso haría que el pasajero se caiga de la moto.
Nos masacrarían en TikTok, apuntó el auxiliar, el más milenial del grupo.
Entonces, se regresó a la prohibición inicial: las motos solo se podrán montar a solas. Dado que era hora del almuerzo, hubo consenso unánime.
Por la tarde, la medida fue anunciada por la señora presidenta de la República en el Teatro Municipal ante una concurrencia infantil: ¡ACABAREMOS CON LOS SICARIOS EN MOTO!, proclamó la presidenta. Luego, le entregó un chicle a cada niño.
Al día siguiente, hubo un incidente: un sicario movilizándose en bicicleta asesinó a una persona. El comité fue reconvocado de urgencia.
¿Qué tipo de bicicleta era?, preguntó el director. ¿Tenía canastilla? Tras ocho horas de deliberación se decidió cortar por lo sano. El Gobierno tenía que prohibir el uso de bicicletas a nivel nacional.
Pero el auxiliar volvió a asumir su papel de aguafiestas: Hay trabajadores y escolares que se movilizan en bicicleta, señaló.
Entonces, se decretó que niños, mujeres y trabajadores sí podrían usar bicicletas, pero sicarios no.
¿Pero cómo distinguiremos a los ciclistas sicarios de los ciclistas no sicarios?, replicó el auxiliar guiñándole un ojo a la coordinadora de Bienestar, doña Adelina Arreola.
El subgerente de Alcantarillado tuvo una idea:
Los sicarios casi siempre usan sudadera con capucha: prohibamos ciclistas que usen sudadera con capucha.
Hubo un nuevo silencio aprobatorio. La coordinadora de Bienestar levantó la mano:
Mi nieto va en bicicleta al colegio y usa una con capucha roja de Rayo Mc Queen…
Una exhalación se apoderó del recinto. Al director le temblaba un ojo. El adjunto de Parques y Aguas Servidas fue salomónico:
En la mayoría de los casos las sudaderas que visten los sicarios son de colores oscuros…
Una exhalación de alivio, similar a cuando Arquímedes gritó “eureka”, se sintió en la sala Cubillas.
¡Prohibido el uso de sudaderas con capuchas de color oscuro!, sentenció el director.
La medida se anunció en un santo infantil con la presencia de la presidenta y bajo el acompañamiento musical de la coordinadora de Bienestar, Adelina Arreola, miss Casma 1980 y cantante amateur, conocida como La Brisa Rubia de Casma.
La señora presidenta hizo el anuncio:
¡ACABAREMOS CON LOS SICARIOS EN BICICLETAS QUE VISTAN SUDADERAS OSCURAS CON CAPUCHA!
Trágicamente, a los dos días, el asesinato de un profesor frente a sus alumnos dentro de un colegio obligó a una nueva reunión de emergencia. Era media mañana. Solo había tostadas. El director tomó la palabra:
He hablado personalmente con el señor ministro de Educación durante doce segundos Luego de felicitarle por los resultados contundentes de su gestión, hemos coincidido en nuestro análisis: teniendo en cuenta que el sicario no usó sudadera ni bicicleta, nuestras medidas de seguridad han tenido un 50% de eficacia. ¡Estamos avanzando!
Una oleada de aplausos estremeció la reunión.
¡Silencio, un segundo! ¡El señor ministro de Educación me está enviando un WhatsApp!, los cortó de improviso.
Todos contemplaban la cara del director, iluminada por la pantallita de su teléfono, conectado con la autoridad.
El señor ministro es un genio, acotó sin levantar la vista del dispositivo. Explicó:
Vamos a alcanzar el éxito al 100% con estas nuevas medidas que la señora presidenta anunciará esta tarde en un bautizo:
Prohibiremos el uso de todo vehículo. Prohibiremos las sudaderas de cualquier color. Prohibiremos que niños vayan al colegio.
¡Vamos a derrotar al crimen!
La sala Teófilo Cubillas estalló en vítores al comité, al ministro y a la presidenta. En medio de la euforia, el auxiliar de Políticas Públicas se acercó a Adelina Arreola, integrante de Las Choclitos, para decirle: Me encantó cómo cantaste el otro día. Luego, le hizo un corazoncito utilizando los dedos índice y pulgar de ambas manos.
Doña Adelina Arreola, coordinadora de Bienestar, sintió orgullo de estar al servicio de la Nación.