Desde que Pedro Castillo y su compañera de fórmula, Dina Boluarte, llegaron al poder hasta la fecha, $ 22 490 millones salieron del Perú.
La llegada de Castillo y su terrorífico equipo de gobierno detonó la fuga de $ 17 161 millones en 2021. En 2022, se fueron $ 3,654 millones y el año pasado fueron $ 1,675 millones. Sus propuestas y su gestión gubernamental hostil a la inversión y crecimiento (plasmada en los sucesivos gabinetes que tuvo y sus respectivos presidentes del Consejo de Ministros) explican la mayor parte de la hemorragia de dólares sufrida por nuestro país.
Tras el fracaso del golpe de Estado y el relevo constitucional, la gestión de Boluarte no detuvo la hemorragia. A la falta de visión y propuestas hacia el futuro, se sumó la manifiesta incapacidad en el manejo de la cosa pública, la frivolidad, la indolencia, las denuncias de corrupción, la desbocada inseguridad ciudadana y la -cada vez mayor- incertidumbre política.
De esa manera, tenemos hoy un ambiente poco propicio para la inversión, que estimula la fuga de capitales. Reza un dicho: “no hay nada más cobarde que un millón de dólares”, referido a la sensibilidad de los capitales ante el entorno político y económico hostil y cómo ante un escenario así, los capitales huyen rápidamente.
Algo aún más dramático es la emigración de compatriotas desde el 2021 debido a la inseguridad ciudadana, inestabilidad política y deterioro económico, que han generado la sensación de falta absoluta de futuro. Hoy, 3 millones 400 mil peruanos viven en el exterior. En el 2022, se fueron del Perú 402 000 y se estima que más de 800 000 peruanos han abandonado el país desde la llegada del Binomio Castillo-Boluarte, buscando un futuro mejor.
Lo que hace aún más dramática esta situación es la salida del territorio nacional de profesionales ya formados, de alta productividad y de estudiantes que constituyen el capital más importante para el futuro productivo y competitivo del Perú. El costo de perder ese “Capital Humano” para un país como el nuestro que necesita sumar profesionales y aumentar su productividad, es enorme.
Seria errado y mezquino echarle la culpa únicamente al Ejecutivo de esta penosa situación, el Congreso y los grupos políticos que lo conforman son corresponsables de esto. Leyes populistas, inconstitucionales, encubridoras del crimen, facilitadoras de la extorsión, así como el sostenido desmantelamiento de la separación e independencia de poderes han contribuido “angularmente” en generar la situación de incertidumbre y deriva por el que naufraga la política y economía nacional, negándole un futuro mejor a nuestros jóvenes y profesionales que, lamentablemente, ven en el “Jorge Chávez” la única salida a la crisis.
Relevar a esta caduca clase política y alumbrar con esperanza y prosperidad el futuro es urgente y absolutamente posible. Defendamos nuestra democracia de la clase política dominante, pues mientras tengamos el derecho a elegir, tendremos la posibilidad de un futuro mejor.
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