Si habría la posibilidad de etiquetar con una frase el “espíritu del momento” podría ser la siguiente: “el sistema está podrido”. Es una frase que se corea en las plazas por estos días convulsos. Asimismo, hay una “mayoría silenciosa” que, aunque no sale a las marchas, también está resentida.
¿Quiénes representan ese “sistema podrido” al que se refieren directamente los protestantes? Podría decirse que son algunas instituciones, pero también hay nombres y apellidos concretos. Por ejemplo, el gobierno es parte del “sistema podrido”, pero no todo el gobierno, ojo. Dina representa ese “sistema podrido”, pero no Rómulo Mucho, para que se me comprenda mejor.
El Congreso también es parte del “sistema podrido”, pero varios parlamentarios quieren zafarse del epíteto. Algunos congresistas despotrican del propio Parlamento como si no estuvieran allí. No quieren ser parte del “sistema podrido”. Soy, pero no soy, parece ser la jugada. ¿Aló Susel, aló Sigrid?
Me emociono, luego existo. Esa es la lógica de las elecciones que se vienen mientras se fragua un momento muy antisistema. “El sistema está podrido”, recuerden. Pero hay que saber interpretar este momento “antisistema”. De momento no hay todavía quién represente electoralmente la politización de los “dolores de la gente”. Atentos: quien quiere ganar electoralmente debe “politizar los dolores de la gente”. Primero es la sociedad y luego las elecciones.
Decía que hay que saber leer bien este “antisistema”. Todo parece indicar que el “sistema podrido” al que se refieren los manifestantes es el “sistema político”, pero no el “sistema económico”.
Digo que el “antisistema” que podría venir representará el hartazgo de la sociedad contra la política realmente existente, contra el Congreso y contra el Ejecutivo. Pero no contra el modelo económico, contra el sistema económico que mal que bien funciona. Un dato: Si hoy el Perú no se ha venido abajo a pesar de tener una democracia sin partidos sólidos (como suelen decir los académicos de la zurda) es porque hay una enorme clase media emergente que aún sostiene al país. Marx diría que, en esencia, la democracia es producto de la burguesía. Aquí tendríamos una burguesía emergente y popular.
Entonces, el cansancio es contra el “sistema político”. No contra el régimen económico, contra el “sistema neoliberal”. La izquierda callejera ha tratado de representar políticamente el “dolor social” de la inseguridad y la criminalidad rampante, pero, como siempre, ha creído ver revolución en la manifestación. Han cantado en medio de los discursos la “Flor de retama” y han llamado a la excarcelación de Pedro Castillo. ¡Habrase visto!
Además, la zurda ha tratado de representar a los transportistas como si estos fueran un gremio de sindicalistas y no de lo que son: empresarios pequeños que se organizan en torno al mercado. Mientras eso, se sigue fraguando el “momento Bukele”.