El Valle Sagrado de los Incas, en Urubamba, es uno de los lugares más emblemáticos y visitados del Perú. Hoy se encuentra bajo ataque debido a una propuesta que pretende cambiar la zonificación del territorio bajo el pretexto de un mal llamado “desarrollo urbano”.
La propuesta de actualización del Plan de Desarrollo Urbano (PDU), presentada por la Municipalidad Provincial de Urubamba, plantea modificar el uso de suelo rural y agrícola para convertirlo en zona de expansión urbana. Esto significa permitir construcciones de hasta 21 metros de altura —equivalente a edificios de 7 pisos— en un territorio donde la normativa vigente limita la altura a 9 metros, precisamente para proteger el paisaje y la cultura del valle.
¿A quién realmente beneficia esta flexibilización? La actualización del PDU no tiene como objetivo mejorar la calidad de vida de los pobladores ni impulsar el desarrollo turístico sostenible. Todo indica que aquí priman intereses mercantilistas que buscan sacar provecho de un recurso que pertenece a todos los peruanos ¿tráfico de tierras? Promover la urbanización desmedida solo abrirá las puertas al caos inmobiliario, desplazará a las comunidades locales y pondrá en riesgo la biodiversidad que sustenta la economía de la zona.
Para quienes no están familiarizados, el Valle Sagrado no es solo un destino turístico. Es un espacio declarado Provincia Arqueológica desde 1962 y parte del Qhapaq Ñan, el sistema vial andino reconocido por la Unesco como Patrimonio Mundial. Además, su suelo agrícola produce cultivos de alto valor como el maíz blanco gigante del Cusco, con denominación de origen. Perder esta área significa perder una parte invaluable de nuestra identidad, nuestro patrimonio y nuestra economía.
No estamos hablando de inmovilismo ni de oponernos al progreso. El desarrollo es bienvenido, pero debe ser planificado y sostenible. La propuesta actual del PDU no responde a estos criterios. Urbanizar sin estudios rigurosos, sin transparencia y sin escuchar a las comunidades afectadas no es desarrollo; es improvisación y abuso.
Urubamba no necesita más cemento ni construcciones que degraden su esencia. Necesita políticas públicas responsables, infraestructura adecuada y una visión que proteja su valor histórico y natural. Alterar el equilibrio del Valle Sagrado para favorecer a unos cuantos intereses cortoplacistas no solo es irresponsable, es inaceptable.
La conservación y el desarrollo pueden ir de la mano si actuamos con responsabilidad. No permitamos que intereses mezquinos ni decisiones apresuradas destruyan lo que tanto nos enorgullece.