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Emergencia inútil
“Ha sido el propio alcalde de San Juan de Lurigancho, el distrito más poblado del país, quien ha denunciado que el tan pomposamente proclamado estado de emergencia no está funcionando para nada”.
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Solo era cuestión de tiempo para que la realidad confrontara, con cifras y sangre, la disposición dictada por el Gobierno de manera apresurada y sin contar con un plan estratégico previo para frenar el avance de la delincuencia. Improvisación, demagogia, populismo: todo lo inaceptable para un tema que merece máxima atención.
Ha sido el propio alcalde de San Juan de Lurigancho, el distrito más poblado del país, quien ha denunciado que el tan pomposamente proclamado estado de emergencia no está funcionando para nada.
Los crímenes en ese distrito han repuntado y suceden a diario. De acuerdo con el alcalde Jesús Maldonado, este rebote delincuencial es porque la presencia en las calles tanto de la Policía Nacional como la de las Fuerzas Armadas se ha reducido notoriamente. “Se hizo (solo) en el inicio. Ahora podemos decir que ese control territorial ha disminuido y me arriesgo a decir incluso que ha desaparecido”, se queja Maldonado, no sin amargura.
La idea, de hecho, no es que se suspenda el estado de emergencia, pues algo de disuasión genera. Es más, según una encuesta de Ipsos para Perú21, el 80% de los residentes en SJL aprueba la disposición. El problema no es la medida en sí misma. Si no que esta debió llegar con un mayor trabajo de inteligencia, con la conformación de un GEIN enfocado en la lucha contra los cabecillas del hampa.
Porque solo con discursos y vistosas exhibiciones de tanquetas con uniformados en ciertas esquinas o barrios peligrosos se va a lograr poco o nada respecto a la contención de la ola delictiva que asola al país (y no solo al nuestro).
La experiencia y los logros en otras latitudes internacionales, en territorios que en determinados periodos históricos sufrieron problemas de criminalidad similares a los peruanos, indican que la planificación estratégica y la potenciación de las unidades de inteligencia policial constituyen el único camino que puede conducir hacia los resultados que la ciudadanía espera.
Aún se está a tiempo para que el Ejecutivo evalúe la aplicación de estados de emergencia sin ton ni son y los complemente con otras medidas. En la PNP existen profesionales competentes que podrían trazar una hoja de ruta más fiable que cacarear promesas de eficiencia que jamás se cumplirán.
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