Enrique Castillo: Cuando el incienso obstruye el olfato

Luego de los resultados electorales, corren los días de la preparación de un nuevo gobierno que tiene ante sí varios retos importantes.

El primero de ellos, gobernar. Es decir, cumplir con las expectativas de la población que urge respuestas y soluciones a temas como la inseguridad, por ejemplo, para lo cual no necesita de ninguna mayoría en el Congreso de la República, aunque sí escoger a la gente más idónea para gobernar y liderar.

El segundo, lograr que las fuerzas políticas apoyen su gestión. Si gobierna bien, nombra a la gente más idónea, toma las medidas correctas en el momento oportuno y ofrece los gestos adecuados, será muy difícil que el Congreso o cualquier fuerza política puedan enfrentársele o quieran entorpecer su gestión.

Y tercero, establecer una agenda muy puntual de corto y mediano plazo, que sirva para conversaciones concretas con las dos oposiciones que va a tener en el Congreso. Solo ideas y medidas claras pueden generar apoyo.

Todo esto requiere de pasos muy certeros, pero sobre todo de palabras y medidas muy claras, que deben ayudar a preparar lo que será ese buen gobierno y ese buen escenario para el gobierno y para el diálogo.

No ayuda a esto que los dos vicepresidentes del gobierno electo y algunos otros voceros se prodiguen diariamente en declaraciones, anuncios de programas o medidas que se van a dar, de gabinetes que están evaluando o de nombres que no se tomarán en cuenta, de transferencias que se preparan o de vocerías que se autoproclaman. Un protagonismo muy pocas veces visto a nivel de los vicepresidentes, que podría, en muy corto tiempo, hacerle daño al presidente electo cuando a él le toque hablar o actuar, o poner en tela de juicio o en duda su liderazgo al frente de un gobierno, de su bancada o de su partido.

A veces es bueno guardar las formas, ser prudentes y saber callar. Aunque muchas veces el incienso anula el olfato.