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Entre el anticomunismo y el antifujimorismo
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En la segunda vuelta no votamos por la opción con la que más empatía tenemos, sino por la de menor antipatía y los resultados del domingo último nos propone elegir entre el anticomunismo y el antifujimorismo.
Pedro Castillo es alguien de izquierda radical que no tiene respeto por la propiedad privada y no duda en coordinar con grupos de fachada del terrorismo senderista, tal como ha reseñado el ex ministro del interior Carlos Basombrio, quien es alguien lejano al fujimorismo.
Keiko Fujimori carga con el recuerdo de las violaciones de derechos humanos, corrupción y poco respeto a las formas democráticas del gobierno de su padre. Igualmente, el accionar del fujimorismo en los últimos años fue una de las causantes de la crisis política reciente.
Estas son las alternativas sobre la mesa y por las cuales no hemos votado cerca del 70% del electorado. El centro liberal ha sido pulverizado como consecuencia del estado de ánimo general a raíz de la crisis sanitaria, económica y política.
El programa de Castillo es conocido y países de la región han sido condenados no solo al atraso económico sino a la pérdida de las libertades individuales y corrupción. Su gobierno ahuyentará las inversiones y se enfrentará a un Congreso que mayoritariamente no comparte sus ideas.
Un gobierno de Fujimori tiene la posibilidad de generar reactivación, atraer inversión y empleo, y tendrá un Parlamento que en su mayoría coincide con su visión del desarrollo.
En el mundo está demostrado que una economía social de mercado es la forma de generar ese desarrollo. Pensando en el futuro y con las justificadas antipatías, solo queda una opción viable en esta elección.
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