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Escrito un 11 de setiembre
En el Senado de EE.UU. toma cuerpo una propuesta de dos legisladores según la cual se le podría pedir al presidente Bashar Al Assad que Siria firme la Convención sobre Armas Químicas y adopte pasos concretos para cumplirla en 45 días. Pasado ese tiempo, EE.UU. quedaría con las manos libres.
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Guillermo Giacosa,Opina.21ggiacosa@peru21.com
Frente a las inevitables masacres del ataque 'limitado' (palabra que oculta más de lo que dice, sobre todo en boca de los gringos), la propuesta suena tan razonable que hasta invita a creer que será rechazada. Y lo será porque este ataque no tiene nada que ver con las armas químicas, sino con la estrategia de EE.UU. para presionar o atacar a Irán y, así, poder operar con libertad en la región con más reservas de petróleo del mundo. Como hemos visto antes, EE.UU. carece de autoridad moral para juzgar sobre uso de armas químicas. Ha usado y abusado de ellas, y la terquedad actual sonaría entre risueña y ridícula si no fuera porque, una vez más, el gigante adolescente del norte apuesta irresponsablemente a abrir puertas hacia lo que podría convertirse en una inmensa catástrofe en nombre de una supuesta credibilidad. Lo hace confiando en su gran poderío militar y en sus avanzadas tecnologías. ¿Es suficiente? Depende de cuánto estén dispuestos a perder. Como se dice en fútbol, el rival también juega y, en este caso, está defendiendo su derecho a la supervivencia como nación soberana. Habrá respuestas que pueden doler, sino en lo inmediato, en el mediano y largo plazo. Habrá precios políticos que pagar y, tarde o temprano, las facturas llegarán. El sentimiento de omnipotencia de los gringos es hoy su peor consejero. Su pueblo lo sabe. Son los poderes económicos, que manejan los hilos, quienes lo ignoran o quizá lo consideren provechoso aunque mueran miles de seres humanos.
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