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“España, aparta de mí este cáliz”

"La estrepitosa caída de España (y Portugal) es un baldazo de realidad que debe obligar a todo país a revisar sus políticas, en especial la energética que es la que hace que la vida moderna tal como la conocemos fluya y desarrolle con seguridad".

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españa sin luz
"La tragedia siempre se ceba con los soldados, siempre mueren los conscriptos, casi nunca, los generales".
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“Niños del mundo,
si cae España —digo, es un decir—
si cae (…)
salid, niños del mundo; id a buscarla” 
(Vallejo)

Y cayó. Un lunes sombrío tiñó la península ibérica. Ese sol radiante que la alumbraba y al que tanto provecho dinerario le quieren extraer, la sobrecogió, le quitó cobijo y la dejó lúgubre.
España (y Portugal) quedó inmovilizada, paralizada, sin energía, como si los miles de años que lleva a cuestas de pronto se hicieron macizos y la derrumbó sobre su vientre y narices. Frágil, sin respuesta y descabezada.
Milenios de conocimiento y experiencias acumuladas valen poco o se vuelven polvo cuando la insensatez, el romanticismo y la codicia gobiernan sobre el raciocinio.
Cuando los que gobiernan lo hacen no sobre elementos ciertos y objetivos, sino sobre temas altamente ideologizados, teñidos multicolormente de mitos y erguidos sobre historias terroríficas por venir —y que nunca llegan—, la realidad golpea iracundamente donde más duele. La tragedia siempre se ceba con los soldados, siempre mueren los conscriptos, casi nunca, los generales.
La estrepitosa caída de España (y Portugal) es un baldazo de realidad que debe obligar a todo país a revisar sus políticas, en especial la energética que es la que hace que la vida moderna tal como la conocemos fluya y desarrolle con seguridad.
Chile, ya había dado la clarinada, pero no fue oída. Debe quedar muy al sur y la lejanía ensordece; en cambio, lo de España, ha resonado urbi et orbe.
El exceso de ímpetu de las políticas encaminadas a privilegiar tecnologías costosas y poco fiables sobre las que son suficientes detuvo por completo a dos países desarrollados.
¿Aprenderán nuestros políticos, ministros y reguladores de la caída ibérica para evitar que algo similar ocurra acá? Hacia allá vamos.
Hoy, los Pedros Sánchez se hacen los desentendidos, se ofuscan y buscan culpar a otros de lo que ellos han causado; mientras la solución se les escurre entre sus dedos.
 

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