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Esther Vargas: ¿Hospitales o carnicerías? #SomosMédicosNoCriminales
“Los periodistas nos equivocamos. Y hay que aceptarlo. Este es un mea culpa por la generalización irresponsable y por lo rápido que escribimos o vociferamos “NEGLIGENCIA MÉDICA” ante un caso sensible, como el de Shirley”.
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Shirley Meléndez no tendrá una vida como la tuya, o como la mía. Ella quiere ser mamá, pero – si eso es posible – nunca podrá tocar el rostro de su niña o niño. Ella quiere correr y ya no puede. Ella quiere abrazar y no puede.
Cuando el reportaje se emitió en Cuarto Poder, la solidaridad y la rabia se apoderaron de la población. Hasta el presidente expresó su indignación.Shirley preguntó si los establecimientos de salud eran hospitales o carnicerías. Se ha calificado a los medios de tendenciosos por repetir esta frase.
Cuando compartí la pregunta en Facebook ("¿Hospitales o carnicerías?"), uno de mis amigos, brillante médico, cuestionó mi ligereza al generalizar sobre una situación que ciertamente pocos periodistas conocen a fondo. Me defendí, pero Mario Vera – compañero de colegio, intachable desde siempre – insistió en hacerme ver mi error.
He reflexionado sobre las palabras de Mario y los numerosos mensajes de Carla Guerrero Villavicencio (@Carla_MD), médico residente de segundo año de Gastroenterología, quien en Twitter cuestionó la ignorancia de los periodistas, mostró imágenes de las condiciones en las que laboran los profesionales de la salud y recriminó con dureza la cobertura periodística.
Los médicos nos metimos a esto por vocación, pero también tenemos aspiraciones como todos pic.twitter.com/sRHJ3uP7oN— Carla (@Carla_MD) 19 de agosto de 2016
A la vez, los médicos alzaron carteles y se retrataron en Facebook con el hashtag #SomosMédicosNoCriminales, una situación inédita en el Perú. Los periodistas nos equivocamos. Y hay que aceptarlo. Este es un mea culpa por la generalización irresponsable y por lo rápido que escribimos o vociferamos "NEGLIGENCIA MÉDICA" ante un caso sensible, como el de Shirley.
Conozco médicos brillantes y humanos, y también otros que son insensibles, crueles y hasta ofensivos. A esos médicos sin alma los he sufrido en clínicas, como bien suponía Mario. También conozco buenos y honestos periodistas, y periodistas que sirven a un interés específico, y otros que se equivocan y pasan la página.
Pido disculpas por generalizar, por ponerme en el cuerpo de Shirley y conmoverme hasta las lágrimas. Algunos dicen que "al menos vive" y debería agradecer, pero Shirley – que sufrió la amputación de los miembros superiores e inferiores – no encontrará consuelo. Esta solidaridad masiva no será suficiente para su futuro.
Shirley nos llama a reflexionar sobre la importancia de ser más humanos en el trato con el paciente. Y esto va más allá de los médicos: en los hospitales hay una serie de personas con las que uno debe lidiar, desde la enfermera hasta la cajera. Shirley también nos hace ver la importancia del rigor periodístico. Esto no significa que su caso haya debido ocultarse. De ninguna manera. La historia de Shirley tenía que conocerse. Porque no es la única.
Que este drama no solo sirva para mirar y cuestionar a los hospitales, clínicas y médicos. Es momento de cambiar, y esto incluye a los periodistas que recogemos historias dolorosas y muchas veces nos dejamos llevar por la indignación.
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