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Esther Vargas: No a Keiko
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El rechazo que genera Keiko Fujimori seguirá creciendo. Y lo que viene difícilmente la favorece. En apariencia sí, estamos de acuerdo: sigue en carrera. Pero la polémica interpretación de la ley y todo lo que ha manchado este proceso puede tener el efecto de un «búmeran».
Para los indecisos o con ganas de votar en blanco o viciado que la deploran, y que tampoco se ven identificados con un candidato, la indignación se puede tomar en determinación: ir en contra, sacarla de verdad del juego, ganarle en la cancha.
El No a Keiko –no el colectivo– que inunda las redes sociales y que ha llenado la plaza San Martín, y que seguro se verá en su máxima expresión el 5 de abril, es el No al pasado; pero también a un presente y futuro que remite autoritarismo, mafia y corrupción. La gran mochila de Keiko. La que está en problemas hoy es Keiko, y esto debería ser capitalizado por las fuerzas políticas.
No basta gritar que es tan corrupta como el padre, que los peruanos le pagaron los estudios, que permitió el maltrato a su madre –quien, ahora, la acompaña en sus mítines–, que guardó silencio mientras el gobierno de su padre se podría o que digita hoy a la prensa. No bastan los «memes». La arenga será el backstage. ¿Y las propuestas?
En estos comicios que nada tienen de «fiesta electoral», los periodistas haríamos bien en preguntarnos también por la viabilidad de los anuncios de los presidenciables.
Por ejemplo, Alan García promete un penal como el Sepa para acabar con la inseguridad. El Sepa funcionó entre 1951 y 1993. Fue una cárcel en una zona aislada de la selva. En 2006, lo propuso. Y en el mensaje presidencial del 2009 anunció que se estaba construyendo. Ese mismo día, el entonces ministro Aurelio Pastor lo negó y pretendió arreglar el asunto al decir que pondría al INPE a trabajar ya mismo. ¿Tenemos Sepa? En 2011, Ollanta Humala prometió Sepa. ¿Dónde está? Y el partido de PPK se sumó. El Sepa te da un titular atractivo. ¿Es viable?
Verónika Mendoza ofreció en San Juan de Lurigancho que sacaría los dos penales que alberga el distrito. ¿Es posible?
Si empezamos a hacer verificación del discurso, de cada promesa, y dejamos el titular tipo arenga, es posible que el ciudadano gane más. Alfredo Barnechea prometió títulos de propiedad a «todos los asentamientos humanos del Perú desde el primer día de su gobierno». El analista Julio Castiglioni dijo a Perú21 que es «demagogia pura». La misma Keiko afirma sobre las esterilizaciones forzadas: «Buscaré conocer la verdad». Es decir, no sabe la verdad sobre una de las violaciones de derechos humanos que debería estar en su ya pesada mochila.
Estamos a tiempo de verificar las promesas, cuestionar el discurso con argumentos y aportar en esta campaña. El periodista como porrista de uno u otro candidato es el verdadero periodismo basura que debería espantarnos.
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