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¿Existe un modelo económico en el Perú?
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Para muchos, el problema del Perú está en el “modelo” y, por ende, hay que cambiarlo. La opinión es respetable y cada uno puede opinar lo que crea conveniente, pero siempre basándose en evidencia. De acuerdo con la Constitución vigente, en Perú existe una economía social de mercado. Sin embargo, una cosa es lo que está escrito y otra la realidad.
En todo el mundo, con contadas excepciones, las economías operan con una mezcla de mercado y Estado; y una economía social de mercado necesita de ambos. El tema, en teoría, funciona así: a través del mercado se genera riqueza. El Estado cobra impuestos y con ellos, vía el gasto público, se encarga de redistribuir los beneficios del crecimiento económico. Perú tiene mercado y Estado. La cuestión de fondo es si ambos hacen lo que deberían hacer.
El mercado opera en un entorno institucional determinado, basado en la igualdad de condiciones para cualquier ciudadano. Pienso que esto no pasa en el Perú. Un porcentaje de ciudadanos con contactos en el Estado puede encontrar un empleo o conseguir algún beneficio para la empresa que maneja. En Perú las conexiones determinan, en una alta proporción, quiénes logran sus objetivos y quiénes no.
El problema es que lo anterior no se llama libre mercado, sino mercantilismo. Y eso nos indigna a todos. Los privilegios para algunos se logran a costa de otros. Llamemos las cosas por su nombre y no nos engañemos. El mercado funciona dentro de una infraestructura institucional, en la que el Estado lo regula.
Muchos señalan que las empresas hacen lo que quieren. Pregunta: si usted es un emprendedor que tiene su negocio, ¿no querrá cobrar el mayor precio posible? ¿No desea acaso que sus ingresos mensuales sean más altos? La respuesta es sí. Ahí no está el problema.
Las dificultades aparecen cuando existen, por ejemplo, concertación de precios para ponerse de acuerdo y cobrar más caro o cuando alguien con conexiones con las personas que deciden logra un objetivo que bajo reglas iguales no se hubiera logrado. También cuando aparece la corrupción, como en el caso de Odebrecht. Y ahí aparece el rol del Estado regulador, que en mi opinión casi no funciona en Perú. Mediante ese rol, el Estado debe evitar los abusos de la posición de dominio de algunas empresas. No todas son las grandes, como muchos señalan. Revisen bien la evidencia.
Nuestro país tiene un sistema mercantilista, plagado de corrupción y de mafias. Los políticos no actúan por el bien común. Si lo hicieran, ¿por qué en los últimos 50 años no se hicieron reformas en educación y salud en beneficio de todos? Si una empresa grande se las arregla para no pagar impuestos, ¿no creen que es culpa también del Estado por no cobrarle?
No nos dejemos llevar por comentarios interesados. Comprendo la indignación de todos. La comparto, pero no quiero una dictadura ni tampoco convertirnos en Venezuela. La solución es tener un modelo en el que el Estado y el mercado funcionen. Sin una visión multidisciplinaria, que incluya aspectos políticos, institucionales e históricos, entre otros, no entenderemos cómo salir.
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