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Vizcarra media tabla
“El Ejecutivo no es tan débil como se percibe a sí mismo: según Datum, está a media tabla (2.55, donde 1 es muy débil y 5 muy fuerte) y quien decide cuán débil o fuerte es una autoridad es la ciudadanía”.
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La encuesta de Datum confirma la tendencia: la aprobación de toda la clase política sigue cayendo. A medida que la ciudadanía se va acostumbrando a la cara de Vizcarra, va percibiendo que, como sus predecesores, no hace mucho.
En solo dos meses, el “beneficio de la duda” (no sabe/no opina) cayó de 27% a 11% y su aprobación de 55% a 45%. Consecuentemente, su desaprobación se disparó de 19% a 44%. Aún le va mejor que a las demás autoridades, pero no durará mucho y si pretende un futuro político, debe empezar a comprarse algunos pleitos. Y a quemarse menos.
El Ejecutivo no es tan débil como se percibe a sí mismo: según Datum, está a media tabla (2.55, donde 1 es muy débil y 5 muy fuerte) y quien decide cuán débil o fuerte es una autoridad es la ciudadanía. Esa autopercepción de debilidad y necesidad de legitimación ha obligado al presidente a sobreexponerse y, con ello, desgastarse más rápido que lo aconsejable.
La función de chaleco antibalas/pararrayos del mandatario recae en el presidente del Consejo de ministros, quien debería aparecer más. Entiendo la disyuntiva por la doble función que hasta el momento cumple César Villanueva. Pero él y su jefe deberán elegir pronto: o Villanueva es –como hasta ahora– el operador político del presidente (el único que tiene, pregúntenle a Pedro Olaechea) con medio cuerpo en el Congreso, quien se mueve entre corredores, oficinas y privados; o es un articulador y un impulsor de políticas públicas que pone el pecho.
Cómprese algún pleito, presidente; luche por algo más grande que llegar a julio de 2021 o terminará remando para que no lo manden a su casa antes de tiempo y luego, ojalá no, para que la Fiscalía no lo pesque en pijama cuando le rompa la puerta.
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