La trampa del ingreso medio es un concepto económico que describe la situación de un país en desarrollo que experimenta un rápido crecimiento económico y alcanza un nivel de ingreso per cápita medio, pero luego encuentra dificultades para seguir creciendo y avanzar hacia ingresos más altos. Este estancamiento puede ocurrir porque el país agota las fuentes de crecimiento que le permitieron llegar a ese nivel, como la mano de obra barata o la explotación de recursos naturales, y luego no logra hacer la transición hacia una economía más diversificada y basada en la innovación, el conocimiento y el aumento de la productividad.
El Perú ha mostrado un crecimiento económico significativo en las últimas dos décadas, aunque ralentizándose, logrando reducir la pobreza hasta hace poco y aumentando el ingreso per cápita. Sin embargo, existen preocupaciones de que estamos empezando a enfrentar desafíos asociados con la trampa del ingreso medio que dificulta mantener el crecimiento y avanzar hacia un desarrollo más inclusivo y sostenible. Algunas de las razones que pueden llevar a un país a caer en esta trampa incluyen: falta de diversificación económica y dependencia de las materias primas y la manufactura de bajo costo, falta de inversión en educación e innovación, instituciones débiles; productividad estancada y desigualdad y falta de movilidad social. Lamentablemente, todas ellas nos caracterizan en la actualidad.
Para superar esta trampa necesitamos reformas estructurales profundas que promuevan la diversificación económica, la mejora de la educación y las habilidades de la población, la innovación, y el fortalecimiento de las instituciones. Son reformas orientadas a transformar la economía, mejorar la competitividad, y aumentar la productividad. Esto incluye políticas adecuadas de diversificación económica, mejora en educación y capacitación, reformas institucionales, mayor inversión en infraestructura y flexibilización laboral. Reformas estructurales que profundicen las que se implementaron en la década de los noventa. En el caso de las reformas institucionales, estas deben centrarse en fortalecer el Estado de derecho, reducir la corrupción, y mejorar la gobernanza; todas ellas difíciles de implementar en el actual contexto político del país. Son las llamadas reformas de segunda generación que se han propuesto desde hace más de dos décadas, pero ningún gobierno ha podido implementar.
Resumiendo, aunque hemos logrado importantes avances, enfrentamos riesgos que podrían llevarnos a una trampa de ingresos medios. Con las reformas adecuadas y un enfoque en aumento de la productividad, diversificación económica y mejora de la educación y las instituciones podríamos superar estos desafíos y continuar hacia un mayor desarrollo. Estas reformas son interdependientes y, para ser efectivas, requieren un enfoque coordinado y sostenido a largo plazo para construir una economía que sea competitiva, adaptable a las tendencias globales y capaz de seguir innovando en el futuro. Parece iluso pensar en ellas en estos tiempos.