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[Opinión] Mónica Delta: Patitas... pa qué te quiero
“Ya es mayoritaria la presunción de que el gobernante no es ajeno a los inmorales y presuntos delincuentes que han colocado en la administración pública que ven el Estado como botín”.
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Si insisten en convocar al ciudadano de la calle los mismos que enarbolaron la bandera del fraude electoral, los mismos que quisieron combatir las ideas trasnochadas de comunistas castristas agudizando una polarización con aires de superioridad capitalina y desprecio por el peruano del ande, sin estar dispuestos a renuncias personales para y por el país como objetivo superior, estamos perdidos. Aquellos deben proponer cómo reformar, cómo fortalecer las instituciones, cómo crecer sobre la base de la meritocracia y con plena vigencia de las libertades democráticas. Si no lo hacemos, el resultado seguirá siendo un sonoro fracaso. Para muestra, la última marcha por la vacancia presidencial.
Pedro Castillo, sin experiencia, sin conocimiento, incluido, por indicios, en una investigación fiscal en una presunta organización criminal enquistada en el Ejecutivo, fue elegido por hastío, porque hay sectores muy fuertes antifujimoristas, porque no hay verdaderas estructuras partidarias, porque el peruano no cree en los políticos hace mucho, por la indiferencia y corrupción con la que han actuado. Quien no lo quiera entender, tiene anteojeras ideológicas o está cegado por poder o venganza. El odio está a flor de piel. Esos sentimientos solo terminarán agrandando el problema. Claros estamos en que hay una descomposición en los sectores públicos, no hay duda. El 85% de los que viven en Lima no respaldan a Castillo y en el resto del país, aunque el porcentaje es algo menor, pierde mes a mes soporte en el mundo rural, ese que le dio la victoria.
Ya es mayoritaria la presunción de que el gobernante no es ajeno a los inmorales y presuntos delincuentes que han colocado en la administración pública que ven el Estado como botín. También se percibe que los “no habidos”, Silva, Pacheco y el sobrinísimo Fray Vásquez, alguna ayudita de “poderosos” tienen para no ser hallados, y puestos de inmediato a disposición de la justicia, porque lo que saben es clave y podría hundir al propio gobernante.
Dicho esto, los ciudadanos aún no ven alternativas honestas. No sienten ni pizca de sinceridad en las intenciones de los oponentes políticos. Que surjan líderes democráticos preparados para sacarnos de la crisis y, sobre todo, que se vayan todos los que les siguen haciendo daño a los peruanos. Es lo que la gente pide.
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