Esta quiebra puede ser el catalizador para que esta industria considere que la autorregulación es insuficiente y acepte la necesidad de reglas similares a la que existen para el sistema financiero tradicional. Se ha evidenciado que las operaciones en el mundo cripto son similares a las que ofrecen las instituciones financieras reguladas (préstamos, custodia, corretaje, entre otras), al igual que sus riesgos, por lo que ameritan mayor regulación. Se han ganado y perdido grandes fortunas alrededor de las criptomonedas como resultado de su volatilidad, de la poca regulación, de la falta de transparencia y opacidad en sus operaciones; y la inexperiencia y codicia de muchos de los que lo administran. El tiempo dirá en qué terminará esto. ¿Podrá seguir funcionando sin regulación y supervisión? Parece difícil. De continuar así, la quiebra de FTX no será la última.