Ignoro la razón por la cual el Perú alberga tanta gente extremadamente mala. Por ejemplo, no me sorprendería que Gorriti haya celebrado ayer la muerte de Fujimori con una botella de vino, tal como refirió el testigo Villanueva que brindó feliz por la muerte de Alan García (conozco a Gorriti hace años y nunca me imaginé que fuese tan maligno, por esta y otras cosas. ¡Es un Dybbuk, un demonio hebreo!). Otro de esos especímenes perversos es el juez César San Martín (CSM), que ayer ordenó que continúen las labores en Poder Judicial a pesar de que la misma Ley Orgánica del PJ establece que NO hay despacho judicial mientras dure un duelo oficial.
Este el mismo juez CSM que coordinó, a través del penalista Gonzalo del Río (que hoy sin ruborizarse defiende fujimoristas en el caso Cocteles…), con los abogados españoles Antonio Doval, María del Mar Carrasco y Carmen Juanatey como sentenciar culpable a Fujimori ANTES de que empiece el proceso al mismo. O sea, Fujimori era culpable ANTES de ser juzgado.
Es el mismo juez CSM que condenó a 25 años a Fujimori por el caso La Cantuta cuando sabía perfectamente que los muertos fueron asesinados por orden de un embriagado Santiago Martín Rivas, quien había recibido el mandato específico del coronel EP Federico Navarro de tan solo detener a esa gente por sospechosos de terrorismo y después de que fueron señalados por un agente infiltrado en esa universidad.
Todo esto está descrito con pelos y señales por Ricardo Uceda en su libro Muerte en el Pentagonito (páginas 324-327), por el honrado marxista Efraín Rúa El crimen de La Cantuta (página 12) y por Álvaro Vargas Llosa en El Reino del Espanto (página 44). Incluso, Uceda testificó sobre este hecho en el juicio, pero al juez CSM y sus colegas Víctor Prado y Hugo Príncipe les importó un bledo porque evidentemente era un juicio político y la consigna era condenar a Fujimori. Este juez CSM pasa a retiro en enero de 2026 y seguramente regresará al estudio de su gran amigo José Ugaz.