Giovanna Prialé: Invertir en educación es bueno, pero no lo es todo

Desde que el ministro de Educación logró que se destine el 3.5% del Producto Bruto Interno (PBI) al gasto en educación, el presidente Humala y su equipo ministerial han señalado de manera recurrente que la inversión en educación será el determinante del crecimiento inclusivo a largo plazo.

Corría el 2005 y tuve la oportunidad de viajar a Europa por primera vez. Ya se había creado la Comunidad Económica Europea. Una de las grandes transformaciones que trajo consigo la posibilidad de que los jóvenes se trasladen, por ejemplo, de una universidad en España a otra en Alemania, y eso motivó que, al menos, el manejo de tres idiomas se convirtiese en una práctica común. También cambiaron las mallas curriculares de las universidades y nos encontramos con que la gran mayoría terminaba la universidad con el título de maestría bajo el brazo.

Hoy, dada la inminente recesión que vive Europa, sabemos que, en España, el 20% de los jóvenes no encuentra trabajo y este no es un problema de falta de calificación. Este es un fenómeno que se extiende en la región: en Grecia, Italia y Francia. Y es que el mercado laboral es incapaz de absorber la mano de obra porque la actividad económica está paralizada.

Por eso, no basta que los gobiernos –este y el siguiente– sigan apostando por una educación de calidad, que permita el acceso a ella de las poblaciones más vulnerables a través de mecanismos, como el Colegio de Alto Rendimiento o Beca 18. Urge que la economía siga creciendo y, para ello, la labor de las regiones es vital. Regiones con autoridades capaces de atraer inversión privada extranjera y nacional, que marquen la diferencia. Basta darse una vuelta por Moquegua, Arequipa o Cusco, y comprobar cómo ha cambiado nuestro país en los últimos diez años. Ahora no solo tenemos guías de turismo bilingües, sino extranjeros que han hecho de nuestra patria su nuevo hogar y, con ello, han contribuido a que la globalización sea fuente de modernización.