El Gobierno de la señora Boluarte ha anunciado la decisión de adquirir 24 aviones de caza “para garantizar la defensa del país”. La compra está valuada en 3,500 millones de dólares y será financiada con endeudamiento interno mediante el Banco de la Nación.
Un país, tal como ocurre con una familia, está sujeto a la “restricción presupuestaria”; es decir, hay múltiples necesidades que se deben atender, a la vez que se cuenta con recursos limitados. En el caso de países en vías de desarrollo, como el nuestro, existen necesidades básicas y urgentes que deben ser atendidas y, sin embargo, no hay suficientes recursos para hacerlo. Priorizar la asignación de nuestros recursos escasos es un ejercicio que se debe hacer maximizando la responsabilidad y minimizando la demagogia, teniendo el interés de los peruanos, sobre todo de aquellos más vulnerables y necesitados, primero.
Nadie duda de la necesidad de modernizar la flota de nuestra Fuerza Aérea, pero también existen otras necesidades urgentes, como invertir en la seguridad interna implementando Centros C5 (Comando, Control, Cómputo, Comunicaciones y Contacto Ciudadano), como ha hecho México para combatir el crimen, o construir más cárceles o, en el campo de la salud, construir un nuevo hospital de enfermedades neoplásicas u hospitales de alta complejidad en el norte y sur del Perú, un nuevo Incor en el centro del país. Hay prioridades urgentes en todos los sectores.
Vamos a cerrar el año con un déficit de 4% del PBI; es decir, ya estamos gastando mucho más de lo que ha ingresado al tesoro nacional. Se ha tenido que revisar y modificar el PCA (Programación de Compromisos Anual) por segunda vez desde el 2022, debido a la falta de caja para honrar las obligaciones del Estado con sus proveedores y servidores, y será el segundo año consecutivo en que se incumple la meta fiscal. La pobreza ha aumentado alcanzando a un tercio de la población, la anemia afecta al 50% de niños menores de 36 meses. La mitad de los niños de 10 años a menos viven con desnutrición crónica.
Es en ese contexto que, en un nuevo acto de irresponsabilidad e indolencia hacia las necesidades más apremiantes de la población, el Gobierno decide hacer una operación de endeudamiento interno para comprar aviones de guerra por 3,500 millones de dólares.
El Perú debería estar creciendo a tasas altas del 6% o 7%, aprovechando el enorme potencial para recibir inversiones, los excepcionales precios de los metales, el boom agroexportador, entre otros factores. Deberíamos estar enrumbados hacia un superávit fiscal y no un déficit. Ahí se podría modernizar la flota de nuestra FAP, sin deuda y sin desatender las necesidades más apremiantes que flagelan a la gente común y corriente.
No hay mejor manera para garantizar la defensa nacional que encaminarnos hacia el desarrollo con una economía próspera. Nada pone más en riesgo la seguridad nacional que una economía empobrecida y un país endeudado.