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Guerra avisada

"Trump es partidario de los aranceles porque apuesta por ellos como herramientas para conseguir concesiones extracomerciales. Y la verdad es que ha demostrado no equivocarse”. 

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(Midjourney/Perú21)
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Las tres semanas que ha durado la presidencia de Donald Trump han sido probablemente las más agitadas de la política norteamericana en décadas. La drasticidad de sus medidas y agresividad de su retórica hacen ver al Trump del primer periodo como mesurado en comparación con el actual.  

Entre los elementos que más han destacado han sido la orden de deportación de cientos de miles de migrantes, los indultos concedidos a cientos de presos que tuvieron un rol en el ataque al Capitolio en enero de 2021, la desactivación de USAID y cancelación de sus fondos para ayuda internacional, el despido masivo de fiscales federales que lo investigaron, la eliminación de todos los programas de diversidad e inclusión, y un largo etcétera.

Pero quizás lo más significativo, por lo menos en términos económicos, ha sido el inicio de una guerra comercial sin precedentes, tanto por su escala como por las millonarias pérdidas que generará para todos los involucrados, incluido Estados Unidos.  

A los pocos días de asumir la presidencia, Trump anunció la imposición de aranceles de 25% para prácticamente todas las importaciones desde Canadá y México, y de 10% para las de China.  

Aunque los nuevos aranceles contra China entraron en vigor esta semana, en el caso de Canadá y México, el lunes ambos países lograron una tregua que pospuso la medida por 30 días.

No se puede exagerar la gravedad de una política de esta naturaleza. Los tres países a los que Trump ha apuntado son precisamente sus tres socios comerciales más grandes, que juntos intercambian casi dos billones de dólares con Estados Unidos y concentran más del 40% de su comercio.

¿Qué significa imponer aranceles a esta escala? Para el caso de Canadá, se estima la pérdida de cerca de un millón de puestos de trabajo y un impacto en el PBI de 2.6%. En el caso de México, la pérdida de empleos se estima en 400,000 y el impacto en el producto en 2%. Finalmente, en el caso de China, se habla de una caída de casi 1% en el PBI. En suma, un impacto catastrófico.

Lo paradójico es que las pérdidas económicas también serán grandes para Estados Unidos. Ello porque los precios de los bienes que importa subirán como consecuencia de los aranceles, y además porque las contrapartes sin duda reciprocarán. De hecho, China ya dispuso aranceles en respuesta (15% en carbón y gas, 10% en crudo, etcétera), y México y Canadá habían anunciado lo mismo antes de que se llegara a la tregua.

Así, se estima que la guerra comercial que el propio Trump ha iniciado tendrá un impacto en los ingresos de las familias norteamericanas de entre 1% (para los más ricos) y 5% (para los más pobres).

Si los costos económicos son tan evidentes, ¿por qué Trump apuesta por una política así?

Principalmente por dos razones. La primera es que Trump siempre ha usado el déficit comercial como un caballito de batalla político. En su narrativa, tener un déficit con otros países es perder ante ellos (una posición que no tiene un sustento económico serio). Por ello, desde su primer gobierno introdujo ciertos aranceles con el objetivo de revertir el déficit y “ganar” la carrera comercial. Hoy mantiene la misma lógica, solo que su respuesta ha sido más agresiva que la de su administración previa.

La segunda razón por la que Trump es partidario de los aranceles es porque apuesta por ellos como herramientas para conseguir concesiones extracomerciales. Y la verdad es que ha demostrado no equivocarse. Así, en el proceso de negociación con México y Canadá para la tregua de 30 días, ha logrado que la presidenta Sheinbaum se comprometa a desplegar 10,000 soldados a su frontera para combatir la migración ilegal y el tráfico de drogas. De otro lado, logró que el primer ministro Trudeau se comprometa a invertir unos $1,000 millones para luchar contra el ingreso de fentanilo (un opioide que ha generado una gran crisis de salud pública en Estados Unidos) desde Canadá.

Aunque lo que venga es aún incierto, la tregua conseguida da un espacio para controlar los daños que esta guerra comercial pueda traer. Pero algo ha quedado claro: esta vez, más que nunca, Trump ha demostrado que está dispuesto a todo para lograr sus objetivos. En el proceso, lamentablemente, los daños colaterales alcanzarán al mundo entero.