PUBLICIDAD
Guido Lombardi: Cuando llegue el temblor
Imagen
Fecha Actualización
Hace un año, el colegio de mi hijo, que queda en Villa, decidió organizar un simulacro de evacuación en caso de sismo y alerta de tsunami. Con bastante anticipación, nos mandaron indicaciones sobre cómo proceder, a qué hora ir por los chicos, dónde recogerlos, cómo ubicarlos, etc.
Todo parecía muy bien pensado y, obviamente, había que participar con dedicación, pues todos sabemos que, después de la tembladera, puede llegar la ola, y estudiar al borde del mar es, efectivamente, un riesgo. Así que mi hijo Aurelio y yo nos preparamos para el evento.
Sin embargo, el día del simulacro ocurrió lo impensable: llegué al colegio y todo era un caos. Nadie estaba seguro de dónde tenía que recoger a sus hijos, se formaban larguísimas colas en la puerta del plantel, los padres empezaron a aburrirse de la espera.
Todo salió al revés. Lo único que nos quedó claro es que, si efectivamente ese día hubiera habido un tsunami, habría arrasado con todos nosotros, incluidos los profesores a los que su plan les había salido pésimo. Si eso ocurre en un colegio con todos los recursos para organizarse, pensé, ¿qué pasará con el resto de mi país el día que nos agarre un terremotazo?
Basta ver la desesperación en Nepal, la cantidad de gente sin tener un refugio, los equipos improvisados de rescate arrancando con sus propias manos a los sobrevivientes para hacernos una idea de lo que se nos viene. Estamos preparados para abandonar en orden edificios en medio de un temblor. ¿Pero después qué? ¿Sabemos adónde acudir si nuestra casa queda en ruinas? ¿Cuáles son los lugares escogidos por defensa civil en nuestro barrio para guarecernos? ¿Hay material de rescate, como palas y picos, repartidos por los municipios del país?
Vemos a Nepal y ya sabemos lo que nos va a pasar si mañana el sismo fuera en el Perú. Y no estamos haciendo nada para organizarnos y salvar vidas cuando llegue el temblor.
PUBLICIDAD
ULTIMAS NOTICIAS
Imagen
Imagen
Imagen
PUBLICIDAD