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Invasión, tráfico, estafa y extorsión
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¿Por qué demoran tanto la policía, el alcalde Muñoz y el ministro Morán para actuar sin titubeos contra las mafias de terrenos? Durante toda la semana pasada se difundieron imágenes donde se ve cómo las lomas de Villa María del Triunfo estaban siendo invadidas, en un ataque que hasta involucró maquinaria pesada. Los vecinos denunciaron la invasión cuando se habían creado 100 lotes, pero para el viernes este número ya había subido a 400. Recién el sábado se han detenido a siete personas, pero no parecen ser las cabezas. Se tiene que desmantelar la red completa.
El delito es flagrante. Ocurre en un área que está triplemente protegida: el 2007, la Municipalidad de Lima le otorgó zonificación de Protección y Tratamiento Paisajístico; el 2010, el Minagri declaró que las lomas son un ecosistema frágil; y, desde el año pasado, el Minam estableció el Sistema de Lomas capitalino, del que estas lomas son parte, como Área de Conservación Regional. ¿Por qué le reacción ante un delito evidente es tan lenta?
Esa inacción crónica ante las invasiones de lomas ha empoderado a las mafias, quienes, con la misma estrategia que han usado por décadas, amenazan a vecinos y se apoderan de terrenos que no son suyos para iniciar una cadena de enriquecimiento ilícito, estafa y extorsión. Esta es la primera etapa de una larga cadena que lucra con la necesidad e ilusión que muchas familias tienen por un lugar donde vivir. Con el agravante de que en este caso se destruye un espacio natural único e irrecuperable de Lima.
Los traficantes de terrenos son bandas fácilmente identificables. Su forma de actuar es visible y para cumplir sus planes suelen necesitar la ayuda de funcionarios dispuestos a ser parte del negocio. Seguirles el paso no es muy difícil: no hacerlo demuestra una pasividad injustificable.
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