En noviembre de 1989, la neoyorquina Linda Napolitano dice haber sido abducida por alienígenas. Era de madrugada y ella estaba en su departamento, en el piso 12 de un edificio del Bajo Manhattan. Unos seres humanos estaban en su sala. Ella, en pijama.
Fue arrastrada por un haz luminoso que provenía de una nave estacionada sobre su casa. Salió levitando por la ventana hasta llegar al interior de la misma. En Nueva York, la ciudad que nunca duerme, era probable que hubiera más de un testigo.
Napolitano se puso en contacto con Budd Hopkins, que calificaba bajo el oxímoron de respetado. Convenientemente, vivían muy cerca uno de otro. A través de hipnosis pudo ir reconstruyendo la memoria de lo que le habría sucedido a bordo de esa nave. Napolitano recordaba haber sido penetrada por la nariz a través de una sonda puntiaguda, herramienta fetiche de la curiosidad alienígena.
Se hizo una radiografía con un médico amigo suyo y este le preguntó si se había operado. “No”, dijo. “Bueno, alguien lo ha hecho”, le respondió mostrándole los rayos equis donde se veía un objeto extraño parecido a un dispositivo intrauterino dentro de su nariz.
En efecto, había testigos de la abducción de Napolitano. Algunos de ellos eran peatones, pero había otros dos que eran clave: dos personas identificadas inicialmente como policías le escribieron una carta a Hopkins diciendo que ellos habían estado ese día en un auto a dos cuadras del lugar y habían visto lo sucedido de primera mano.
Además, contaban que llevaban un pasajero notable, un tercer testigo que había sufrido un cuadro histérico al ver a la mujer flotando por los cielos.
Los representantes de la ley se identificaron en carta como Dan y Richard. Le confesaron a Hopkins que, en realidad, eran oficiales de seguridad que habían estado cuidando a un funcionario VIP que era el tercer testigo de los hechos. Hopkins lo consideró el caso de adbudcción más notable e irrefutable de la historia.
Napolitano desarrolló una relación tóxica con Dan y Richard. La fueron a buscar a su casa una vez. En otra oportunidad se la llevaron a la fuerza a una casa segura, donde la obligaron a quitarse los zapatos (los alienígenas carecen de dedos en los pies), y Dan quiso forzar una relación íntima con ella. Este acabó internado en un hospital psiquiátrico, aunque a Napolitano le llegaban sus cartas con un sello postal de la oficina de las Naciones Unidas en Nueva York.
Para fortalecer la verosimilitud de su historia, Napolitano reveló que Hopkins había recibido una carta firmada por la persona que estaba en ese auto con Dan y Richard: el tercer hombre. En dicha carta el testigo ignoto hablaba de cómo los alienígenas estaban comprometidos en acabar con la Guerra Fría. El autor pedía no hacer conocida su identidad, pues la paz mundial estaba en riesgo. La carta estaba firmada por el presidente de las Naciones Unidas, el peruano Javier Pérez de Cuéllar.
Hopkins hizo todo lo posible por presionar a Pérez de Cuéllar para que corroborara los hechos. Respondiendo a la insistencia, Pérez de Cuéllar envío una refutación a la Public Broadcasting Service, canal público de los Estados Unidos:
Niego rotundamente la afirmación de que he tenido una experiencia de abducción. En varias ocasiones, preguntado por el tema, reiteré que estas acusaciones eran completamente falsas y espero que esta declaración ponga fin definitivamente a estos rumores infundados.
La cineasta Carol Rainey, esposa de Bud Hopkins, filmó y documentó en tiempo real el desarrollo de este caso de abducción. Con ese material Netflix ha producido un documental que acaba de estrenar, a pesar de que Napolitano los ha demandado por fraude y difamación previamente. No se conoce el monto de la denuncia.
En el documental, Rainey presenta una mirada escéptica del caso Napolitano, sugiriendo que todo fue un montaje montado por ella y su marido. Ambos tenían un acuerdo para publicar un libro y vender los derechos cinematográficos de la abducción.
Nunca se pudo comprobar la identidad de los guardaespaldas, Dan y Richard, pero en el documental se muestra la carta del tercer hombre, donde se reconocían los hechos interestelares. Se muestra la firma de Javier Pérez de Cuéllar, exacta a la original, deslizando que se trata de una copia de gran calidad.
Bud Hopkins falleció en 2011, Javier Pérez de Cuéllar en 2022, Carol Rainey en 2023. La única persona que sigue viva de esta historia es Linda Napolitano.
Sigue afirmando que tres testigos la vieron flotando en el cielo neoyorquino rumbo al vientre de un ovni.
