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Jean Deza, escurridizo ‘Ratón’ dentro y fuera de las canchas
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¿Hasta qué punto un futbolista no puede salir de ‘juerga’ y ser un ‘ejemplo’ de conducta a seguir? Ese puede ser el punto de partida en todo el escándalo mediático que trajo consigo los ‘ampays’ a Jean Carlos Deza Sánchez, quien a sus 26 años, prometía ser uno de los 'jales bomba’ para que Alianza Lima haga una campaña importante este 2020 y apunte hacia un nuevo título.
Sin embargo, el 'Ratón’, como se le conoce en el ámbito futbolístico, acaparó portadas de diarios por sus 'excesos’ y sus salidas nocturnas, antes que por goles y buenas actuaciones dentro del gramado de juego. Una, dos, tres y hasta cuatro veces, los ‘escándalos’ mellaron no solo la imagen del veloz volante, ágil y encarador en el uno contra uno; sino que repercutieron, como era de esperar, en la interna del club blanquiazul.
Cuando se expuso el primer 'ampay’ de Deza junto a otros jugadores, la reacción del DT fue protegerlo, evitó criticarlo ante las cámaras y minimizó, hasta cierto punto, ese tipo de faltas. Y como no hay primera sin segunda, un llamado de atención no fue suficiente para frenarle las salidas a ese escurridizo 'Ratón’. La paciencia se fue acabando y la confianza también, finalmente, con un tercer escándalo, Deza fue dejado de lado en el once titular del profesor Pablo, como escarmiento para que reflexione y tome mejores decisiones.
Sin embargo, el tiempo no alcanzó para ver cambios en el jugador. Bengoechea decidió renunciar al cargo y dejó Alianza, pues los resultados no se dieron como él esperaba, y quizás, los escándalos fracturaron la interna, y el líder perdió la voz de mando. Cuando eso pasa es mejor dar un paso al costado.
Escuché opiniones diversas en torno a Deza cuando estuvo en el ojo de la tormenta. Algunos analistas intentaban descifrar desde el punto de vista psicológico qué era lo que le sucedía al joven volante, otros se mostraron menos impresionados, pues auguraban que los excesos y la vida nocturna tarde o temprano saldrían a la luz e incluso involucrarían a más de un jugador del elenco íntimo.
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Pero dentro de todo, Jean no debe ser ejemplo de nadie, mucho menos un modelo inmaculado de una vida correcta fuera de las canchas. Al menos no hasta ahora, pues no ha alcanzado un reconocimiento que traspase los colores del club de turno por el que juegue, y su deber como profesional es dar buenos resultados en el equipo que defienda. Y él, tiene con qué, pues talento le sobra.
Como joven, las decisiones poco caviladas son cosa de todos los días. Es un constante acierto y error, e ir aprendiendo sobre la marcha; pero eso sí, hace falta también humildad para reconocer cuando uno no está haciendo las cosas de la forma correcta. Aquí es momento de parar y cambiar.
Si tienes a un entrenador que confía a muerte en tus capacidades técnicas —ya que el jugar con 3 defensas, como lo intentó Alianza, requiere de volantes rápidos que generen salidas de ataque, pero también deben replegarse cuando toca defender— y eres pieza importante en un esquema que necesita de tu velocidad y desequilibrio, pues te debes a un contrato y hay reglas a seguir para que las cosas caminen. De lo contrario, y aunque cueste, es mejor decidir dar un paso al costado antes que seguir recibiendo las arremetidas de las cámaras que esperan verte pisar el palito y mostrarte en un programa de farándula, acompañando a agraciadas señoritas durante una noche de juerga.
Finalmente, algunos hinchas que siempre han alentado al club de La Victoria, no ven con buenos ojos la permanencia de Deza, pues el jugador solo ha demostrado que no hubo un cambio sincero cuando se le llamó la atención, y eso no suma al equipo. Nadie prohíbe las salidas o la diversión, pero hace falta mesura y cuidado para no exponerse cuando no es debido y sobre todo cuidar el cuerpo, pues es la herramienta de todos los futbolistas —y deportistas en general— y debe estar al 100% para dar los resultados esperados.
Lo que pase tras la salida del ‘profe’ con Deza es un misterio, pero me gustaría verlo destacando sobre el verde gramado de Matute, con esa rapidez y desequilibrio, y esas ganas de siempre ir para adelante a una velocidad diferente, esquivando rivales y no las cámaras de un ‘urraco’. Ojalá esa reflexión honesta se dé y no tengamos que decir “árbol que nace torcido, jamás su tronco endereza”.
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