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Jean Paul Osores: Agua contra el calor
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Sabemos que la temperatura del cuerpo humano está regulada por la cantidad de agua que consumimos y por los mecanismos que usamos para eliminar calor (convección, conducción, evaporación y radiación). Es así que el hábito de consumir agua es excelente en la medida que lo practiquemos, ya que los adultos, por estadísticas, no lo hacemos. Llevar una botella de agua al trabajo o tenerla a la vista siempre en el auto o en nuestras casas es una manera de recordar que debemos cumplir con el consumo de una cantidad mínima al día, la cual varía de 1.5 a 2.5 litros.
Ojo, descontando aquella que viene ya incorporada en frutas y verduras, por ejemplo, que muchas veces colaboran, pero no logran completar la cantidad mínima del día, siendo, incluso, el control más riguroso en deportistas, quienes la necesitan también para prevenir lesiones y fatiga muscular. En épocas de verano, debemos decir que el cuidado en el consumo de agua debe ser mayor, sobre todo en niños y adultos mayores. Recordemos que ellos muchas veces reclaman menos la necesidad de tomarla y en algunos casos tenemos que enfrentar ya un cuadro clínico de golpe de calor, sobre todo en infantes y adultos mayores de 80 años, quienes presentan, producto de esta deshidratación, la lengua seca, poca o nula lactancia, tendencia al sueño, muchas veces sopor y, en cuadros avanzados, la muerte. Es así que, en los días con mucho calor y sol, es recomendable a este grupo –infantes y abuelitos– dejarlos bajo la sombra o mejor no exponerlos al sol entre las 11 a.m. y 3 p.m. del día, además de llevarles un récord de consumo de agua al día en ambos casos. En el caso de que busquemos hidratarnos y no nos guste el agua, una buena opción es mezclarla con limón, cáscara de naranja, o de la fruta que más nos guste, además de consumir sandía, por ejemplo, que posee mucha cantidad de agua.
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