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Jugando a presidente
“Martín Vizcarra lleva dos meses en Palacio y la debilidad que muestra al enfrentar a distintos grupos de interés es consistente”.
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El gobierno del presidente Vizcarra confía en poder reactivar la economía y para lograrlo buscará impulsar la inversión pública y privada. Sin embargo, el Gobierno no da muestras positivas a los agentes económicos. Por el contrario, viene dando malas señales a los inversionistas y provocando incertidumbre.
En días recientes, se derogaron los decretos supremos que autorizaban la exploración de hidrocarburos en el mar peruano, otorgados por el ex presidente Kuczynski.
Dicha derogación no estuvo amparada en un análisis técnico y económico serio.
Su origen es una promesa del primer ministro a los pescadores del norte del país para que levantasen una huelga.
El primer ministro sostuvo en conferencia de prensa que la posición de varios sectores en contra de los proyectos no fue por la política de hidrocarburos, sino por “falta de información” respecto al impacto de las actividades petroleras. Y, sin embargo, optó por la derogación, pese a que la Contraloría no habría encontrado ningún tipo de irregularidad.
Villanueva sostuvo que el Gobierno “respetará los contratos escrupulosamente, pero los que empiecen bien”. Pregunto, ¿quién decidirá cuándo un contrato empieza bien? Villanueva agregó que la forma de iniciar bien un proyecto es con la consulta adecuada. Para ello, el Gobierno ha dispuesto de 120 días para que Perupetro apruebe un nuevo reglamento de participación ciudadana. Y este será de aplicación inmediata. Incluso para aquellos procesos que se encuentran en trámite. ¿Qué piensa hacer el Gobierno si algún grupo de interés está en contra del proyecto? ¿La consulta será vinculante?
Vizcarra lleva dos meses en Palacio y la debilidad que muestra al enfrentar a distintos grupos de interés es consistente. La timidez del Gobierno le impide entender que sus retrocesos generan inseguridad jurídica y que esta inhibe la inversión.
Necesitamos un Ejecutivo fuerte que saque adelante el país, uno que imponga el principio de autoridad. Autoridad, por cierto, no significa autocracia ni autoritarismo, significa respeto, orden. Algo que en el Perú no existe. Aquí basta que haya una pequeña manifestación para que el Gobierno retroceda, deje sin efecto tarifas, modifique contratos y derogue normas.
Sin un Estado que imponga el respeto a las leyes, a los contratos, seguridad jurídica, acceso a la justicia y control de la violencia y que recupere la confianza de los actores económicos; no habrá inversión privada, y sin ella, tampoco crecimiento económico que nos aguante.
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