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Kafka en el Poder Judicial
La procuradora del caso Lava Jato, Silvana Carrión, ha puesto el dedo en la llaga al describir con crudeza este severo atasco, que no es de hoy ni de ayer nomás.
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A propósito del caso Susana Villarán, no deja de irritar la lentitud con que se vienen tramitando ciertos casos emblemáticos en el Poder Judicial. El de la inculpada y veraneante exalcaldesa no es el único ni mucho menos.
Pareciera que las imágenes kafkianas de las oficinas de Palacio de Justicia –atestadas de legajos, folders, archivadores y cajas de cartón llenas de documentos sellados que se apilan en torres que casi tocan el techo– continúan estando más cerca de la realidad que de las ficciones que suelen retratar a este poder del Estado.
Para empezar, tenemos ese purgatorio llamado ‘control de acusaciones’, tramo procesal que demora una eternidad en superarse y poder pasar así los casos a la etapa de juicio oral. Morosidad que genera no solo una percepción de impunidad en la ciudadanía sino, sobre todo, un vía crucis para procesados que finalmente, al cabo de meses o años de idas y venidas, quedan a menudo absueltos.
La procuradora del caso Lava Jato, Silvana Carrión, ha puesto el dedo en la llaga al describir con crudeza este severo atasco, que no es de hoy ni de ayer nomás. Hablamos de un mal que se arrastra por décadas y que en los últimos años simplemente se ha agravado hasta convertirse prácticamente en una “normalidad” que todos aceptan resignados: que los procesos se alarguen sin tener fechas límite y si las hubiere, sean sujeto de dilaciones interminables amparadas en distintos vericuetos procesales que lo permiten.
Se debería tener la apertura suficiente para escuchar las propuestas de mejora y comenzar a tramitarlas. “Lo que hemos identificado nosotros, como Procuraduría, y también la Fiscalía, ciertamente, es que necesitamos que el Poder Judicial designe jueces a dedicación exclusiva para atender estos casos de Lava Jato”, apuntó la procuradora.
Javier Arévalo, presidente del Poder Judicial, se apresuró en responder que no se podían designar jueces a dedicación exclusiva para ese caso debido a que estos procesos “no tienen prioridad” respecto a otros como los de crimen organizado, por ejemplo.
Sin embargo, no parece muy sensato desechar, así como así, la idea de constituir órganos especiales que aceleren estos procesos. Arévalo debería pensarlo mejor. En el caso Lava Jato, hasta ahora no hay ningún condenado, quién sabe si porque investigaciones tan complejas como esa siguen demoradas en los laberínticos confines de alguna dependencia judicial.
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