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La naturaleza quiere que te quedes en casa
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Se propaga rápido, es extremadamente nocivo y trae consigo la amenaza de muerte para las superficies que habita. La literatura médica indica que ninguna estrategia ha sido efectiva para frenar su expansión. Hablo, por supuesto, del ser humano.
Los virus son a nuestra especie, lo que nosotros para el planeta. Dicho de manera pedestre: encerrados en casa somos menos tóxicos. Los carros no escupen humo, la basura no se acumula sobre las bermas de las avenidas y el desmonte no se mezcla con el agua de los ríos. Flora y fauna de pronto han recuperado parte de su estado natural y su hábitat.
Hay abundantes datos que respaldan esta tesis. Una fotografía de la NASA y de la agencia espacial europea (ESA) muestra que el nivel de dióxido de nitrógeno en aire de China, uno de los países con los mayores índices de contaminación, se redujo notoriamente desde la cuarentena impuesta por el COVID-19.
Sobre la situación de Madrid y Barcelona, ciudades fantasmas desde el inicio de la cuarentena, un informe de Greenpeace indica que sus niveles de contaminación han llegado a mínimos históricos. Y en Venecia, el agua luce ahora limpia y transparente desde que se detuvo la ola de turistas en góndola, esos que a diario dejan como recuerdo basura en el fondo de los canales.
Tampoco es necesario ir tan lejos para constatar lo obvio. En Lima, basta abrir bien las fosas nasales para sentir el aire más fresco y el ambiente más vivo. El Ministerio de Ambiente dice que la calidad de ese aire tiene los mejores registros de los últimos tres años. Y seguirá mejorando mientras dure la cuarentena y el toque de queda.
Es probable que la fecha de caducidad del ser humano en la Tierra aún esté lejos. Mientras tanto, para no extinguirnos antes de tiempo, hay que quedarnos en casa. Y de paso, darle un respiro a este planeta que es nuestro hogar y que a veces tratamos como chiquero.
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