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La irremediable tentación del hoy
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El debate en torno al retiro de fondos y la reforma al sistema de las AFPs reabre una vieja discusio´n: ¿debe el Estado forzarnos a ahorrar para la vejez? El pensamiento liberal nos llevari´a a concluir que no. Si trabajo para ganar un sueldo y pago mis impuestos, ¿por que´ el gobierno me va a decir co´mo gastar?
No obstante, el creciente campo de la economi´a del comportamiento da claves para entender por que´ el ahorro forzado no es mala idea. El premio Nobel Richard Thaler sen~ala que, sin notarlo, somos irracionales al tomar decisiones sobre el futuro. Esto explica la procastinacio´n: en lugar de hacer tareas hoy las dejamos para man~ana porque asumimos que enfrentar el costo ma´s adelante sera´ menos doloroso. Pero cuando llega la fecha li´mite el costo es el mismo. Algo similar sucede con la calidad de vida. Preferimos vivir bien hoy en desmedro del man~ana. El problema es que el man~ana llega, y cuando llegue querremos seguir viviendo bien. Al obligarnos a ahorrar el Estado nos “empuja” a actuar en pro de nuestro propio intere´s.
A ello se an~ade que en este campo las decisiones individuales tienen efectos colectivos. Si no ahorro para la vejez, en el futuro el Estado tendra´ que hacerse cargo de mi´, lo que solo sera´ posible con impuestos pagados por terceros que nada tuvieron que ver en las decisiones de mi juventud. Y es la propia corriente liberal la que sugiere que, si bien cada quien es libre de decidir, debiera tambie´n asumir el costo de sus decisiones. Es incluso un tema e´tico. Hay grandes oportunidades de mejora en el sistema de las AFPs y el debate de la reforma debe darse ya. Pero a todos nos conviene que el modelo mantenga algu´n grado de obligatoriedad. No es justo tirarle el pato a las generaciones por venir. Nuestro “yo futuro” – y nuestros hijos– lo agradecera´n.
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