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Otro sueño nacional
“¿Qué requeriríamos para trabajar juntos, unidos, por un sueño compartido más amplio, más importante aun que la clasificación a un Mundial?”.
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La selección ha logrado unir a los peruanos detrás de un sueño: el Mundial de Rusia 2018. Hoy, que estamos a 24 horas de definir nuestra clasificación, no suena tan difícil, pero si recordamos nuestras expectativas hace 10 meses, pues las cosas cambian. Hemos logrado revertir una situación que parecía imposible: de estar penúltimos en la tabla de posiciones, de estar casi “matemáticamente” eliminados, fuimos reconstruyendo nuestras esperanzas. Cada partido era el último… una y otra vez. Ahora estamos a un partido de cumplir un sueño.
¿Qué requeriríamos para trabajar juntos, unidos, por un sueño compartido más amplio, más importante aun que la clasificación a un Mundial? Con todo lo importante y embriagadora que sea la clasificación a Rusia 2018, ¿qué tendría que ocurrir para que los peruanos demos toda nuestra pasión y entrega por, como ejemplo, reducir a cero la anemia infantil, o situar al país entre los 10 mejores en calidad educativa?
El tiempo que tenemos para hacer los cambios para nosotros, y tal vez para nuestros hijos, se pasó. Al menos, eso me temo. Creo que el momento para hacer aquellas reformas esenciales para que veamos un país distinto (un sistema de administración de justicia serio y honesto, una partidocracia con un mínimo de interés por el país, una ciudadanía preocupada por hacerse respetar pero también contribuyendo con lo que le toca, y así) se pasó bajo nuestras narices durante estos últimos 15 años y pico.
¿Pudimos hacerla? Por supuesto que sí. A la caída del fujimorato, la unidad detrás de un deseo de cambio era generalizada; hasta los fujimoristas (los pocos que quedaron en aquel momento) lo reconocían. Había recursos, apoyo internacional, una población abierta a propuestas. Todo. ¿Y qué hicimos? Nada relevante.
Pensemos un minuto en las próximas generaciones. ¿En verdad no podemos, hoy, ponernos serios y buscar un proyecto país que tenga un consenso mínimo? De que podemos, no tengo duda. ¿Queremos? ¿Están dispuestos los líderes para siquiera conversar de ello?
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