PUBLICIDAD
La partida de un juez valiente
Imagen
Fecha Actualización
Ha muerto Juan Guzmán Tapia. Fue el primer juez chileno que se atrevió a desaforar, procesar, interrogar y poner bajo arresto domiciliario al dictador Augusto Pinochet en los noventa. Todos hitos impensados contra quien se consideraba intocable y por encima de la ley.
El ejemplo de Guzmán, en realidad, trasciende las fronteras y la temática de DD.HH. Es una demostración de la valentía, profesionalismo y sensibilidad que demanda ser juez.
Cuando las aún pocas querellas contra Pinochet cayeron por azar en el despacho de Guzmán, se pensó que no prosperarían.
Conservador y de derecha, el juez que había celebrado el golpe de Estado a Allende recibió con escepticismo el caso. No obstante, apartó sus prejuicios y preconceptos y se metió de lleno a su estudio. “Lo que iba descubriendo se oponía radicalmente a lo que deseaba creer”, escribió en sus memorias.
Sus investigaciones lo hicieron volver sobre los pasos de “La Caravana de la Muerte” así como de la siniestra “Operación Cóndor”, mecanismos de secuestro, tortura, ejecución y desaparición de opositores.
Para víctimas y familiares, Guzmán significó hallar al fin un funcionario dispuesto a escuchar y, sobre todo, a entender el drama que habían vivido durante décadas de impunidad (documental El juez y el general).
Las múltiples amenazas y amedrentamientos no lo detuvieron. Su creatividad le permitió sortear la ley de autoamnistía y actuar sobre Pinochet y otros responsables. Solo la mala salud logró librar al dictador de una condena segura.
En todo despacho judicial, sea en Chile o en Perú, existe al menos un caso que necesita de un juez o jueza valiente. Esto se aprecia sobre todo en materia penal y constitucional, donde muchas veces restablecer los bienes jurídicos y derechos lesionados o, incluso, negados implicará chocar con intereses poderosos o contra las creencias mayoritarias de la sociedad. Es el reto de hacer justicia.
PUBLICIDAD
ULTIMAS NOTICIAS
Imagen
Imagen
Imagen
PUBLICIDAD