Hoy somos esclavos de las redes sociales. Llegaron un día a nuestras vidas para nunca más irse. Esto es una realidad. El Internet es una fuente de buena y muy mala información que lleva a que una persona tome decisiones, ya sean buenas o muy malas, especialmente para su salud. Lamentablemente, hoy, no es fácil diferenciar sitios web que ayuden a tomar decisiones correctas de los perjudiciales para salud.
Tomar la mejor decisión sobre la base de la mejor información al final termina en una decisión basada en credibilidad. Por ejemplo, si se malogra mi automóvil, puedo recurrir a las redes para intentar saber qué le está pasando. Puedo entrar a grupos sobre el tema y hacer preguntas. Pero al final del día, no importa cuánto lea o cuanto me informen terceros, lo más sensato es llevar el carro al experto: el mecánico.
Exactamente lo mismo pasa en el tema de salud. Es frecuente que en el consultorio el paciente me diga que luego de hacer su “research” (investigación), concluyen que no van a tomar ese medicamento para sus dolores de cabeza. ¿Qué quieren decir con esto? Que han leído lo que otros, con el mismo problema, han concluido y posteado en las redes en su mayoría. Pocos tienen la capacidad de analizar los innumerables estudios científicos publicados y tampoco tienen el conocimiento sobre epidemiología, estadística, fisiopatogenia, farmacología y medicina para analizar las conclusiones de un estudio clínico, que un médico tiene. De hecho, tampoco todos los médicos lo tienen y es por ello que recurren a las fuentes de información sobre el tema. En este caso de dolor de cabeza las conclusiones de la International Headache Society, European Headache Federation u otras Asociaciones locales son de muy buena ayuda. Los integrantes de estas asociaciones si tienen el expertise, y, reunidos en grupos de análisis pueden darnos una recomendación basada en evidencia científica.
Vivimos épocas en que el Dr. Google y el Dr. “Dicen” (como los llamo) son la fuente de conocimiento y el paciente, inexperto y sin saberlo, perjudica su salud basada en decisiones incorrectas.
“Si algo sirve para todo, entonces, sirve para nada”. Recuerde esto cuando un personaje conocido de la TV o un actor famoso publicite en las redes esa medicina maravillosa que la salvará de su dolor de cabeza.